Los términos ‘orientación sexual’ y ‘preferencia sexual’ no son lo mismo, aquí te queremos explicar la diferencia en su significado para que no te confundas.
Ambas cosas existen, pero orientación sexual y preferencia sexual no son lo mismo. Contrario a lo que muchos creen, estos dos términos significan cosas distintas.
Para nada queremos hacerte sentir mal. Es más, acá entre nos, confieso que yo no sabía la diferencia entre estos términos y cuando me enteré dije… ‘ah, pos sícierto’.
Entonces, lo mejor que podemos hacer es ‘educar’ o, más bien, esparcir información certera para contrarrestar la desinformación que ronda por todos lados.
En Homosensual te explicamos la sencillísima diferencia entre estos dos términos.
¿Qué es la orientación sexual?
La orientación sexual es la atracción emocional, sexual, afectiva, romántica (y hasta intelectual) duradera hacia otros.
Es importante entender que esta es innata; es decir, naces con ella. No es algo que aprendes con el paso de los años.

Entonces, las orientaciones sexuales son cuando te identificas como heterosexual, homosexual (ya sea gay o lesbiana), bisexual, asexual, grisexual, pansexual, etc.
En el caso de las personas trans, su identidad de género es punto y aparte de su orientación sexual. CONOCE LA DIFERENCIA ENTRE IDENTIDAD Y EXPRESIÓN DE GÉNERO.
Otra cosa: ser gender fluid o no binarie no es una orientación, sino una identidad.
Entonces, ¿qué es una preferencia sexual?
Una preferencia sexual es cualquier actividad sexual que te guste o prefieras. O sea, el role play, BDSM, fetiches, si te gustan los juguetes sexuales, ciertas posiciones, tener sexo al aire libre, you name it… todas esas son preferencias.

A diferencia de las orientaciones, las preferencias sí son adquiridas. Es decir, las aprendemos o las elegimos.
Entonces, resumiendo un poco: las orientaciones sexuales NO son una elección, mientras que las preferencias de lo que te gusta en la cama sí lo son. ¡Así se sencillo puede ser! ¡Voilà!
¡Ahora ya sabes cuál es la diferencia entre estos dos términos!
Con información de APA y World Health Organization
Texto de Ana Sierra Arzuffi