La primera Marcha Lencha en CDMX se llevó a cabo el sábado 19 de junio de 2021. Esto fue lo que sucedió.
El sábado 19 de junio de 2021, la Glorieta de los Insurgentes fue punto de partida para un acto de amor, desobediencia y ruptura: la primera Marcha Lencha en CDMX. Algunas revueltas resultan silenciosas y en tonalidades tenues. Otras apuestan por la mística del estruendo y los colores vibrantes. La revuelta sáfica, lencha, bisexual, tortillera, marimacha, trailera, trans y pansexual optó por pertenecer a esta segunda categoría. Conspiramos juntas, ya sea en el contingente de translenchitudes, maternidades lenchas, ciclistas o lenchitudes con movilidad limitada. ACÁ TE EXPLICAMOS QUÉ SON LAS LENCHITUDES.
Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven
Toda crisis conlleva una ponzoña y una línea de fuga. Sin duda, una de las grandes conquistas por parte de las políticas a raíz de la COVID-19 ha sido prohibir las proximidades. Esto no es algo novedoso. Las fricciones siempre han resultado ‘peligrosas’ e incómodas. Y en realidad lo son. ¿Qué es más venenoso que un beso entre 2 mujeres que —individual y colectivamente— fueron educadas para ser la leal acompañante de un hombre?
La rebeldía suena de muchas formas. Puede ser a través de la voz de Renee Goust o rimas improvisadas. Se sabe que las calles son el entrecruce de surcos fértiles para la actualización de dispositivos de protesta. Lo vimos con la versión remasterizada del mayor éxito comercial de Toni Basil (“Hey Mickey”):
«Hey, lencha, ¿dónde estás? Cada vez te quiero más. ¡Hey, lencha! ¡Hey, lencha!».
O con la armonía que muchas de nosotras deseamos entonar con nuestras madres:
«Si un día pasas por mi casa y te encuentras a mi mamá, tú le dices que venga a la marcha, que se haga lesbiana y deje a mi papá».
Nunca más
Hasta cierto punto, el fastidio es comprensible (más no justificable). Vivimos en un Estado que hace de nuestros nombres un juego silábico mudo. Nos faltan Tania Lizet Carrillo Ramírez, Elizabeth Montaño, Agnes Torres, Mireya Rodríguez, Marbella Ibarra, Nancy Guadalupe y Jessica Patricia González Tovar. ¿Dónde está Wendy Sánchez?
Los minutos de silencio no son una pausa. Son un ejercicio de memoria y justicia que nos ayuda a disolver los nudos en la garganta para imaginar y exigir el futuro que queremos: uno en donde quepamos todas y todes. Luchamos por un devenir en el que la libertad y el derecho a amar no sean causales por las que nos arrebaten la vida.
Aún existe la molestia de vernos en una plaza pública en donde no solo resuena nuestra indignación, sino también nuestra advertencia: vamos a ser felices. Nunca más tendrán el privilegio de nuestro silencio. Que nos escuchen transeúntes, dueños de comercios, representantes de Gobierno, familiares, compañeros de trabajo y —sobre todo— quienes alguna vez nos violentaron: entre mujeres también cogemos. Le picamos la cresta a un sistema que nos ha obligado a presentar a las amantes como amigas con cada grito de: «¡Pucha con pucha, lesbianas en la lucha!».
¿Quiénes nos inspiraron?
Esta marcha fue un recordatorio de que las sáficas, lenchas, bisexuales, tortilleras, marimachas, traileras, trans y pansexuales estamos en todos lados. Somos flores, pero también somos raíces. Nuestras tías y abuelas fueron retratadas del brazo de un marido, pero sus anhelos estaban dedicados a una mujer. Con su tinta escribimos sus nombres en los recovecos de la calle Jalapa. ESTAS SON 4 COSAS QUE DEBES SABER SOBRE LAS MUJERES SÁFICAS.
La dignidad, alegría y complicidad se cosechan. En un mundo en el que todo atraviesa por términos cuantificables y monetizables, los encuentros pueden ser bastante incómodos. Su potencia recae en su propia incertidumbre. «Nadie sabe cuántas rebeliones fermentan en las aglomeraciones que pueblan la tierra», aseguró Charlotte Brontë cuando trasladó sus inquietudes a Jane Eyre. ¿Cuántas microrebeliones se habrán labrado al escuchar la poesía de Gizeh Jiménez? ¿Cuántas chicas seguirán el ejemplo de Aleh Ordoñez para exigir a los gobiernos mexicanos una verdadera ciudad de derechos? ¿Cuántas diseñarán su propia identidad luchadora después de escuchar la historia de Lulú Barrera? Estas son algunas de las reflexiones con las que nos fuimos a casa después de la primera Marcha Lencha en CDMX.
La marcha permitió trazar cartografías alternas en CDMX
A diferencia de los cuerpos policiacos, nuestras barricadas están edificadas a partir de los afectos. De ahí, la radicalidad de rodear y acuerpar un edificio en el que —por mucho que se haya colgado la bandera LGBT+— se ha suprimido a nuestros cuerpos, deseos e identidades.
«Estamos en una crisis de alteridad», aseguró Siobhan Guerrero. Quisiéramos que nuestra reterritorialización tuviera el mismo epicentro. No siempre es posible. La urgencia de ser transeúntes en cartografías paralelas no solo deriva de quienes no reconocen las maternidades no gestantes o de los funcionarios públicos que intencionalmente olvidan el principio de no discriminación.
En los últimos años también nos hemos enfrentado a grupos que bajo el eufemismo de la ‘radicalidad’ construyen y fortalecen el discurso de las enemigas internas. «Las mujeres trans no somos una amenaza», corporizaron las mujeres que, por primera vez, pudieron salir a la calle de la mano de su novia.
¿Cuál fue el line-up de la primera Marcha Lencha en CDMX?
En la primera edición de esta marcha transincluyente se presentó una gran variedad de talentos: Ali Gua Gua (DJ set), Chingonas Sound, Gizeh Jiménez / Jiseland, Indrig Löw, Italia Davón, Luna Negra, Miranda Villalobos, la poeta Odette Alonso, Las Pezoneras, Renee Goust, Sylvia Maytorena, Sofía Kowo y Las Standuperras.
La conducción del evento corrió a cargo de Androide 11, Eliza Sonrisas y Ophelia Pastrana.
¿Qué nos dejó?
Sin duda, quienes estuvimos presentes vivimos un carnaval de aventureras. Nos (re)descubrimos como periodistas, escritoras, activistas, acompañantas de las maternidades que buscan, artistas, performers y oradoras. Estamos dispuestas a prender fuego a todo aquello que nos niegue. Gracias, Gizeh Jiménez, por recordarnos que tu poesía es una dedicatoria que durante mucho tiempo quedó sin una rúbrica.
A mi amiga que me dijo que era solo una etapa, a mi ex, a los hombres que dejaron de vernos como objeto sexual cuando nos cortamos el cabello, a los trolls de internet, a los feminismos y a quienes nos rodean:
Nuestra primera revolución fue al besar y amar a una mujer. Sáficas, lenchas, bisexuales, tortilleras, marimachas, traileras, trans y pansexuales estamos contra la guerra, el capital y el terrorismo neoliberal. Somos malas. Podemos ser peores. Conspiramos juntas.