La saturación de los sistema de salud a causa de la COVID-19 representa un peligro de retroceso en la lucha contra el VIH.
Para quienes viven con VIH, las carencias del sistema de salud podría representar un mayor riesgo que la COVID-19. Organizaciones internacionales coinciden en que la contingencia sanitaria afecta la capacidad de los gobiernos de responder a la demanda de tratamientos contra el VIH. Además, alertan que lo anterior podría ocasionar un retroceso de décadas en la lucha contra el virus.
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De acuerdo con el doctor Ricardo Baruch, «hasta el momento, no hay evidencia de que las personas que viven con VIH tengan mayor riesgo a enfermar de COVID-19». De hecho, las personas con diabetes u obesidad son las más vulnerables.

Sin embargo, el peligro para quienes viven con VIH en el contexto de la COVID-19 podría estar en la potencial interrupción de sus tratamientos por la saturación del sistema de salud.
Saturación, el verdadero peligro
Peter Sands, director ejecutivo del Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, advirtió que el efecto colateral de la COVID-19 podría ser la saturación de los sistemas de salud:
«Las estimaciones sugieren que las muertes por VIH, tuberculosis y malaria podrían duplicarse si los sistemas de salud se saturan, se interrumpen los programas de tratamiento y prevención, y los recursos son desviados».

El organismo advirtió que si lo anterior ocurre, la cifra anual de defunciones por VIH, tuberculosis y malaria podría sufrir un retroceso. Incluso alertó que se podrían alcanzar niveles similares a los picos de cada una de las respectivas epidemias.
Asimismo, el Fondo Mundial consideró que para evitar dicho retroceso a nivel mundial se requieren recursos adicionales por 25 800 millones de dólares. Con lo anterior sería posible evitar la saturación del sistema de salud, capacitar y proteger al personal médico, mitigar el impacto de la COVID-19 y garantizar la continuidad de tratamientos contra el VIH, la tuberculosis y la malaria.

Cabe recordar que, anteriormente, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH y el sida (Onusida) también alertó sobre el peligro de la interrupción de tratamientos a causa de la crisis de la COVID-19. En su informe presentado en julio, Onusida informó que seis meses de interrupción del tratamiento en África podrían ocasionar 500 000 muertes.
Situación en México
En México, la saturación del sistema de salud por la COVID-19 es un peligro latente para las personas con VIH. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 71.1 millones de mexicanos no tienen seguridad social.
Adicionalmente, el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el sida (Censida) estima que en México viven 180 000 personas con VIH.
Por otro lado, el activista Alaín Pinzón también alertó sobre el impacto negativo de la pandemia en la lucha contra el VIH. Una de las primeras afectaciones es contra el protocolo PrEP (‘profilaxis preexposición‘), una medida para prevenir la transmisión de VIH.
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Ante este panorama, la moraleja de la COVID-19 radica en la necesidad de fortalecer el sistema de salud para atender a las personas con VIH y a la población en general.
Con información de Plataforma LAC