El discurso transfóbico se sustenta en una narrativa patriarcal. A continuación, te contamos las razones.
El discurso transfóbico tiene un origen patriarcal. Así es, aunque académicas de renombre, escritoras y activistas lo nieguen y hagan mil maromas discursivas para sustentar teórica, histórica y subjetivamente sus discursos y prácticas violentas. Te compartimos algunas razones por las que el discurso transfóbico está sustentado en una narrativa patriarcal.
Similitudes entre el discurso transfóbico y el patriarcal
A finales de 2018, la diputada del partido Podemos en España, Beatriz Gimeno, identificó dos de los componentes más patriarcales del discurso transfóbico: la deshumanización y la cosificación de las personas trans.
Para ella, el discurso antitrans tiene consecuencias muy similares a las del sistema heteropatriarcal: el silenciamiento, la negación histórica, el despojo corporal y la ridiculización de las luchas que abogan por derechos básicos. CHECA ESTAS SIMILITUDES ENTRE EL DISCURSO TERF Y EL ULTRACONSERVADOR.
El cisexismo, un sistema que articula al patriarcado y la transfobia
De acuerdo con el académico argentino Francisco Fernández Romero, parte del discurso transfóbico se sostiene en el cisexismo, un sistema de opresión que se caracteriza por:
«Oponerse de manera explícita a la existencia de las personas trans al partir de supuestos en torno a la correlación considerada ‘natural’ entre ciertos géneros y ciertas características corporales».
No es secreto que a activistas transexcluyentes les causa gran incomodidad cuando se señala el privilegio cis. Según le activista no binario Lx Negrxs, esta incomodidad deriva de que «lo trans denuncia lo artificial de lo cis». En palabras de la activista y columnista Violeta Alegre:
«Ser cisgénero es que tu identidad de género se ajuste al sexo asignado al momento de nacer».
El componente patriarcal que cierta rama del feminismo se ha negado a reconocer y combatir
Es cierto que con los tuits de la ‘TERFnebrosa’, la internacionalización de la alianza «contra el borrado de las mujeres» y los ataques de ciertas colectivas obsesionadas con los genitales, se retomó con mayor fortaleza la discusión sobre quién es el sujeto feminismo. O, mejor dicho, quiénes son legítimas y dignas para luchar en nombre del feminismo. Sin embargo, este ha sido un debate que ha estado presente desde los años 70, con los planteamientos de la diferencia de género.
De acuerdo con la profesora de Sociología Elena Casado Aparicio, la construcción del sujeto del feminismo ha enfrentado problemas como la perspectiva binaria, universalista y determinista desde esa época. Para mediados de los 80, la teoría y el activismo atravesaron un giro epistemológico que permitió cuestionar categorías que hasta ese momento se consideraban «intangibles».
¿Feminismo para quiénes?
Aunque en los 80 fue evidente la interrogación y amplificación del sujeto del feminismo, hoy nos seguimos enfrentando a una construcción monolítica y muy patriarcal de lo que es ser mujer. No es secreto que uno de los conceptos favoritos de las feministas radicales transexcluyentes es «mujer biológica». Desde sus términos, en el feminismo solo pueden estar aquellas que tienen vulva, menstrúan y gestan. ¿No les suena algo muy patriarcal y esencialista para ser tan radical? Lo dejo a su criterio. DESCUBRE POR QUÉ EL DISCURSO TRANSFÓBICO ES EL CABALLO DE TROYA EN EL FEMINISMO.
En este sentido, cabe destacar que la categoría —tan violenta— de «mujer biológica», en la que se basa el discurso transfóbico, no solo excluye a las mujeres trans. También lo hace con las mujeres que —por cuestiones ajenas a ellas—no pueden menstruar o gestar. ¿Dónde están las niñas? ¿Dónde quedamos las mujeres que entramos a la menopausia o las que nos enfrentamos a distintos padecimientos hormonales?
Otro de los problemas que derivan de la perspectiva biologicista, naturalista y esencialista de lo que ‘es una mujer’ es la negación de las opresiones que viven las mujeres trans. Conocemos compas que le han prohibido el acceso a mujeres trans a los espacios ‘exclusivos’ porque «no fueron oprimidas por su socialización como mujeres». Universalizar, banalizar y negar las experiencias de las mujeres es patriarcal. En este punto es fundamental tener presente lo que expresa la bióloga y maestra en Filosofía Leah Muñoz:
«Las personas trans podemos transitar, pero no borramos ninguna realidad de violencia de género, ni económica, ni simbólica».
No solo los hombres sostienen el pacto patriarcal
Digámoslo de una vez: el feminismo radical no es tan radical, disruptivo, ‘anarcopunk’ o cómo se le quiera llamar. El feminismo radical que sostiene el discurso transfóbico es patriarcal, racista y colonial. No solo por todo lo que ya mencionamos, sino porque replica el principio de complicidad entre agresores y quienes guardan silencio. ESTOS SON LOS 5 MITOS QUE URGE DECONSTRUIR EN EL FEMINISMO.
Lo he dicho y escrito muchísimas veces: ser feministas o parte de las disidencias sexuales no nos vuelve incapaces de violentar a otres. Podemos tener conductas patriarcales entre nosotras mismas. O lo que es más dañino: respaldarnos en narrativas que históricamente nos han violentado. CONOCE EL MANIFIESTO FEMINISTAS POR LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS TRANS.
La sororidad selectiva es un mecanismo que nos ha llevado a señalar a algunas como traidoras y enemigas. Support your sisters not just your cis-ters. Nuestra lucha no puede partir de la restricción de derechos ni de una narrativa hegemónica que nos ha negado la existencia y una vida libre de violencia y discriminación. Como lo dijo en algún momento la activista argentina María Luisa Peralta:
«El patriarcado no va a caer si no caen la transfobia y el cisexismo».
¿Qué opinas de que el discurso transfóbico tenga un origen patriarcal?
Con información de Revista Política y Sociedad, Emergentes, CTXT. Contexto y Acción, La Izquierda Diario, Agencia Presentes, blog de Láurel Miranda y Boletín Geocrítica Latinoamericana