lunes, abril 15, 2024

Besatón, resistencia LGBT+ desde la ternura radical

Te contamos la historia del besatón como una forma de resistencia de la comunidad LGBT+.

El besatón es una de las formas más potentes con las que la comunidad LGBT+ demuestra que la resistencia y la radicalidad pueden expresarse desde los gestos más tiernos. Plantarse en una plaza pública y estar cuerpo a cuerpo con la persona que amas incomoda a un sistema que pretende fiscalizar nuestros afectos.

Un besatón es equivalente a hacer visible la hipocresía de las autoridades que cada Pride Month decoran con banderas, pero que los 365 días del año pactan con funcionarios que niegan servicios de educación, salud y acceso a la justicia en razón de orientación sexual e identidad de género. Dejar que el deseo y la rebeldía fluyan a través de los labios, las manos, los cabellos y las mejillas es acuerpar(se) frente a la homofobia, lesbofobia, bifobia, transfobia, intersexfobia y demás violencias que vulneran la dignidad a diario.

El besatón como resistencia LGBT+ en América Latina

El poder de la lengua a través de los besos es un contagio universal, pero germina sus raíces en Latinoamérica. Las parejas sexodisidentes orquestan actos de sublevación en Colombia, México, Chile, Ecuador, Paraguay, Argentina, Venezuela, Perú y Brasil. Les desobedientes de la heteronorma le llaman «furia marica, lencha, bicicleta y trans».

El besatón es un acto militante. No se piensa ni se ejerce desde partidos políticos o cargos públicos. Se corporiza a través del coraje. Las y los jóvenes se reúnen en las plazas, los centros comerciales o las áreas comunes de las universidades para ver cómo el cuerpo se convierte en un dispositivo de protesta. Lo graban y suben a sus perfiles de redes sociales. Pero esto va más allá de la reunión virtual.

El besatón ha sido un acto de rebeldía de las personas LGBT+ frente al control social, estatal y mediático de la sexualidad. Les estudiantes de Paraguay se cobijaron en él durante la dictadura militar conocida como el Stronato (1954-1989). De ahí que las disidencias sexogenéricas comenzaran a hablar de una ‘homopolítica’.

Su relación con las primeras marchas

Aún después de la instauración de ‘oleadas democráticas’, les LGBT+ continúan participando en maratones de besos con los que ‘agravian’ los prejuicios que tanto daño nos han causado. En países como México, el besatón antecedió a las movilizaciones LGBT+. A principios de los 80, algunas chicas lesbianas bordaron la resistencia con sus labios en una marcha del 8 de marzo. La desnudez de ese acto las llevo a pintar mantas para las primeras marchas lésbicas en CDMX.  Por eso a las tomas públicas también se les debería nombrar como la organización y colectivización de la ternura radical.

Para las personas LGBT+, el besatón no es solo una forma de mantenerse a flote en una marea que aboga por los afectos como entes periféricos. Besar en público también implica defender nuestro derecho a ocupar y —sobre todo— habitar los espacios.

A principios de los años 2000, México ocupaba el segundo lugar en discriminación hacia les LGBT+ a nivel mundial. Según la prensa, cada tercer día se asesinaba a un hombre gay en las calles de la capital. «No era comodidad, era silencio», se leía en algunas pancartas. Pero el silencio entre nosotres nunca ha sido posible. Muchos grupos conservadores escondieron bajo el brazo los diarios que informaron sobre el ataque a una pareja de lesbianas en un Vips. Esto se supo a gritos entre quienes plantaron cara a la heterosexualidad obligatoria.

Grupos como Dignidad Gay, Comunidad Nueva Vida, Diversidad Sexual y El Clóset de Sor Juana se organizaron para besar a sus parejas en medio de murmullos de quienes no se atreven a mirarnos a los ojos. Aunque esté repleto de fuerzas de seguridad, el besatón forma parte de la historia de Eje Central, Metro Hidalgo, Tacubaya, Alameda Central y Glorieta de la Diana Cazadora.

Basta de discurso de odio

Es 2013. Han pasado 4 años desde que el matrimonio igualitario es una realidad en CDMX. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) continúa haciendo llamados contra el discurso de odio. Su propuesta de multar a quienes utilizan los adjetivos ‘puñal’, ‘puto’ o ‘maricón’ pasa inadvertida entre quienes aseguran ‘quitarle lo lesbianas’ a las chicas que van de la mano en el metro.

Mientras una pareja da el ‘sí’ en el registro civil, 2 novias son violentadas por policías de una estación camionera. Los uniformados amenazan con llevarlas al Ministerio Público. Supuestamente, una señora se quejó de ellas. La comunidad LGBT+ se revela y organiza un besatón. La cita es en el mismo lugar en el que se agredió a la pareja: Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO)MIRA EL RECUENTO DE AGRESIONES DE LA POLICÍA CONTRA PERSONAS LGBT+ EN MÉXICO EN 2021.

Un año antes a la convocatoria del Grupo Lésbico Universitario, en mayo de 2012 personas LGBT+ participaron en un besatón al lado de la catedral de Puebla. Exigieron que el entonces gobernador (Rafael Moreno Valle) reconociera el Día Estatal de Lucha contra la Homofobia. Entre besos y caricias también expusieron fotografías con los rostros de figuras que nos han agredido históricamente. En las caras se encontró la del cardenal Norberto Rivera.

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Besatón en Puebla / Foto: Puebla Online

Derechos para todes

Para 2015 —un año después de la aprobación del matrimonio igualitario en Coahuila— la resistencia marica, lencha, bi y trans ocupó las principales plazas públicas para hacer un maratón de besos. Exigía un alto a la homofobia mientras abogaba por el derecho a la adopción homoparental y lesbomaternal.

En 2016, el Frente Nacional por la Familia (FNF) convocó a marchas (y al discurso de odio) en distintas ciudades del país. Se oponían a la iniciativa de Enrique Peña Nieto para el reconocimiento de la unión civil de personas del mismo sexo a nivel federal. Sus integrantes ocuparon las calles con pancartas que replicaban enunciados que utilizaban médicos, abogados y servidores públicos para discriminar. Las cosas no quedaron ahí. El 10 de septiembre de ese año, grupos de activistas LGBT+ organizaron un besatón en Mérida.

Bajo las mismas demandas de ser tratades con respeto, disidencias sexogenéricas de Colima y Estado de México se inscribieron a un maratón de besos gay, lenchos, bi y trans en 2017. En cuanto a la capital, el besatón se convirtió en una tradición y en un ritual de subversión para les LGBT+ el 17 de mayo. Fue así como en 2018 se llevó a cabo la quinta edición del besatón al exterior de Bellas Artes.

El besatón es un acto político que incomoda

Para dar la bienvenida a la segunda década del siglo XXI, el besatón como acto homo/bi/lesbo/trans político formó parte de la protesta LGBT+ en los países de la región. El 17 de abril de 2019, integrantes de la comunidad LGBT+ de Colombia se dieron cita en el Centro Comercial Andino.

De acuerdo con medios locales, en la sede se observaron poco más de 800 banderas del arcoíris. Las parejas también llevaban rosas y claveles, muy al estilo de les estudiantes que en 1974 salieron a las calles de Portugal a expresar su rechazo por la dictadura.

La «furia marica» encontró como motivo las agresiones que cometió un policía contra Esteban Miranda y Nicolás Téllez. Los amenazó con sacarlos a patadas de una piscina de pelotas; los empujó y acusó de realizar actos obscenos frente a unos niños que estaban en el lugar. Desde la perspectiva de este guardia, Esteban y Nicolás «eran pedófilos». Parejas y activistas respondieron con una acción articulada entre el espacio físico y virtual: #YoBesoA fue una de las principales tendencias de Twitter ese día.

De regreso a nuestro país

Asimismo, México llamó la atención por este dispositivo de resistencia. Durante el mes de mayo de 2019, integrantes y colectivos de la comunidad LGBT+ volvieron a ocupar Bellas Artes para el besatón del 17 de mayo. También se hicieron pruebas de detección de VIH.

Aunque este evento fue cubierto por algunos medios, no causó tanta polémica como el maratón de besos que se llevó a cabo en el Museo Regional de Antropología (Mérida, Yucatán). El besatón LGBT+ frente al Palacio Cantón tuvo como causa la denuncia de una pareja que fue discriminada. El 1 de diciembre de 2019, Paolo Pérez y su novio visitaron el Museo Regional de Antropología. Al salir se tomaron una fotografía en el edificio mientras se daban un beso en la mejilla. Los guardias del lugar les dijeron que no podían tomar fotos así.

El besatón es uno de los actos con los que las personas LGBT+ han hecho de la ternura radical una forma de denunciar los tratos de discriminación a los que nos enfrentamos a diario. Este también fue el caso de parejas LGBT+ de Coahuila que, a través de un besatón, expresaron su malestar frente a la violencia que ejercieron policías contra una pareja gay en agosto de 2021.

Ahora leemos que en Yucatán se organiza un besatón lésbico para el 13 de octubre de 2021. Esto nos hace abrazar una de las consignas más potentes sobre la ternura radical:

«En sus labios probé la revolución».

¿Alguna vez has participado en un besatón organizado por la comunidad LGBT+? Nos gustaría que nos contaras tu experiencia.

Con información de El Tiempo, Expansión, El Universal, CNN y Crónica

Ana Flores
Ana Flores
she/her/they/ellæ. Escribo sobre diversidad sexual, justicia reproductiva y movimientos sociales.

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