No es la primera vez que oímos sobre pacientes que tenían VIH y luego fueron «curados», pero aún es demasiado pronto para hablar de la cura.
Recientemente, el Dr. Juan Luis Mosqueda, especialista en Medicina Interna e Infectología, dio a conocer por medio de su cuenta de Twitter lo que se presentó en el marco de la 23 Conferencia Internacional sobre el sida, #AIDS2020, que se realizó de manera virtual.
Según Mosqueda, ahí se presentó lo que pudiera ser el primer paciente de VIH «curado» sin trasplante de medula ósea. Tras un año sin tratamiento, no tiene evidencia de VIH en el cuerpo. Y salió negativo en la última prueba que le hicieron.
Hoy en #AIDS2020 virtual se presentó el que pudiera ser el 1er paciente de VIH “curado” sin transplante de médula ósea.
Recibió intensificación de su tratamiento original con DTG+MVC+Nicotinamida.
Tras un año sin tratamiento, NO tiene evidencia de VIH y negativizó prueba de VIH. pic.twitter.com/I7UgrObRzK— Juan Luis Mosqueda (@doctormosqueda) July 8, 2020
¿Exactamente qué significado le podemos dar a esto? Me di a la tarea de buscar opiniones que trataran de diversificar un poco la información. Sin embargo, todas las que tuve coincidieron en algo: ES DEMASIADO PREMATURO PARA HABLAR DE UNA CURA. TENEMOS QUE ESPERAR.
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La esperada cura para el VIH
Desde la década de los 80, el VIH se ha trasmitido a más de 75 millones de personas en todo el mundo. Asimismo, ha propiciado la muerte de casi 33 millones, por eso está puesto en una mesa de inspección continua.
Existen múltiples protocolos internacionales que están en proceso para tratar de conseguir una cura. Sin embargo, aún con la noticia del «paciente de Sao Paulo», observamos lejos, muy lejos una cura posible.
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¿Qué dicen los expertos sobre la cura del VIH?
Primero platiqué con Luis Manuel Arellano, subdirector de la Dirección Ejecutiva del Centro para la Prevención y Atención Integral del VIH y sida de Ciudad de México. Él considera que es importante que estos estudios se realicen, ya que es en las personas investigadoras donde se puede encontrar la verdadera cura. Hay que alentar e impulsar estos esfuerzos.
Hasta el momento habría que preguntarse a quién beneficia no encontrar la llamada «cura». ¿A quién le siguen pagando muy buenos dividendos una pandemia tan antigua y a la vez tan actual como la del VIH?
Aldo Morales, persona que se negó a darme título nobiliario posible pero que puedo describir como una persona tenaz y con vastísimos conocimientos en Biología y Ciencia, me comentó que sin evidencia científica comprobable el estudio carece de rigor. Además de que puede pasar lo mismo que con los casos de Timothy Brown, «el paciente de Berlín», y Adam Castillejo, «el paciente de Londres», ambos con casos de «cura» impracticables en gran escala.
Sin duda las personas que vivimos con VIH queremos la cura. Personalmente celebro que estudios así se estén presentando. Sin embargo, dudo mucho de que sea replicable. El ensayo fue hecho a otras cuatro personas con el mismo coctel de medicamentos y no vieron efectos positivos contra el VIH.
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¿A quién en realidad le interesa la cura?
Hay cosas que rescatar de este caso, tales como los siguientes cuestionamientos acerca de a quién en realidad le interesa la cura del VIH. ¿Qué haríamos con una cura disponible? ¿De dónde puede venir la cura? ¿Qué gobiernos e instituciones de salud están invirtiendo en investigación y ensayos clínicos para encontrar la cura? ¿Qué farmacéuticas están más interesadas en seguir vendiendo antirretrovirales que dejan ganancias multimillonarias al año que en encontrar la cura? ¿Qué es el VIH para esas farmacéuticas: un nicho para mejorar sus tratamientos y ofrecer la mejor calidad de vida a las personas o una oportunidad de sumar dividendos a sus acciones día con día?
¿Cuántos de nosotrxs estamos dispuestos a tomar esa cura como un ‘reset‘ a nuestras vidas? ¿Necesitamos una cura para algo que nos hemos empeñado en decir que no es una enfermedad?
¿Quiénes tendrán el acceso?
Sin duda hay muchas interrogantes, pero en este momento ninguna podría ser contestada ya que esa cura hoy no existe. Existe el apego al tratamiento. Existen las barreras institucionales para acceder al tratamiento. Existe la burocracia y la forma desechable con la que tratan a las personas con VIH. Existen las farmacéuticas recibiendo ganancias incontables por una pandemia que lleva cerca de cinco decenios desapareciendo comunidades enteras.
Si el VIH no es una enfermedad y no nos define, no nos limita, y no nos detiene, ¿cómo vamos a curarla?