Si crees que por estar en fase sida nunca podrás ser indetectable, nos complace informarte que estás en un error. Acá te contamos.
Uno de los grandes temores a los que nos enfrentamos las personas que vivimos con VIH es llegar a fase sida, pero es importante que sepas que, a pesar de esto, puedes llegar a niveles indetectables del virus en la sangre.
El sida ocurre cuando el VIH se ha replicado tanto en el organismo que nuestro sistema inmunológico se encuentra ya muy debilitado y a merced de enfermedades oportunistas.
¿Cómo se sabe que estás en fase sida?
Mi caso fue especialmente complicado: me enteré estando en una cama de hospital debido a la neumonía. ¿Cómo se sabe que estás en fase de sida? Un conteo de células CD4 es el encargado de revelarlo. Si el resultado señala que tienes menos de 200 CD4 por milímetro cúbico, se cumple con el criterio para diagnosticar sida. Mi panorama no podría ser menos alentador: tenía solo 18 células CD4 librando esa guerra invisible. ACÁ HAY UN DICCIONARIO DE VIH POR SI NO ENTIENDES ALGUNOS DE ESTOS CONCEPTOS.
En ese hospital mi cuerpo estuvo a punto de perder la batalla. Perdí el conocimiento por las fiebres, por ello le pidieron consentimiento a mi madre para intubarme. Parecía que era el fin. Pero en realidad, ese solo era el principio.
Cuando desperté de la intubación, el médico me dijo que había sido muy afortunado y que debía comenzar mi tratamiento antirretroviral cuanto antes. Había ganado solo una batalla, pero lo importante era volver a reforzar mis defensas, como se encontraban antes de que el VIH llegara a mi vida.
Mi mejor aliado para pasar de fase sida a indetectable: mi frasco de antirretrovirales
Una vez fuera del hospital, mi médico de cabecera, el que me alentó a practicarme la prueba de VIH cuando vio mis síntomas de neumonía, me dijo:
«Mantente tranquilo. Si sigues tu tratamiento antirretroviral al pie de la letra, en un año te vas a estar riendo de esto, te lo prometo».
Por supuesto que no le creí. Para él era fácil pedir calma. Él no era el que había pasado por una experiencia cercana a la muerte. No era él quien dejó el hospital en silla de ruedas, con 20 kilos menos y con el cuerpo cubierto de llagas.
Sin embargo, confié en él. Al seguir en la cama de mi casa y conectado a un generador de oxígeno, fue mi mamá quien se encargó de mi trámite de ingreso al Seguro Popular; hoy, el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Cuando la vi llegar con el primer frasco de medicamentos, deposité en ese trozo de plástico con tabletas todas mis esperanzas. Hice lo que el médico me indicaba: tomarlas diariamente, siempre a la misma hora, de preferencia antes de dormir y dos horas después de los alimentos.
Ese se convirtió en mi ritual. Al llegar la noche, después de cenar, esperaba un rato y tomaba esa pastilla que prometía devolverme la salud perdida.
Indectec… ¿QUÉ?
La primera vez que me tomaron sangre para saber si la carga viral —o sea, el número de copias del virus que había en mi cuerpo— había disminuido y si mi sistema inmune se había fortalecido, las noticias fueron buenísimas. A tres meses de comenzar a tomar mi tratamiento, ¡ya no estaba en fase de sida! Yo simplemente no lo podía creer. Hacía poco tiempo había dejado el oxígeno suplementario. Había podido empezar a caminar por mí mismo. Y ahora la noticia de que el sida se había revertido, fue como un volver a nacer, pero esta vez con plena conciencia.
«Ahora lo que sigue es que seas indetectable», me dijo mi médico. Yo no sabía a lo que se refería. Supongo que vio mi cara de signo de interrogación, pues procedió a explicarme. LEE MÁS SOBRE SER INDETECTABLE.
«Se dice que una persona es ‘indetectable’ cuando tiene menos de 50 copias por mililitro de sangre. El nivel de virus es tan, pero tan bajo, que no se transmite. Por eso es tan importante que sigas tomando tu tratamiento, ya verás que pronto podrás hacer tu vida prácticamente como siempre».
Toda esa información me parecía no ciencia, sino ciencia ficción. ¿De verdad podía superar el sida y además, gracias al tratamiento, ya no habría riesgo alguno de transmitir el virus a mis parejas sexuales en el futuro?
No es que desconfiara de mi médico —quien es una persona preparada y además especializada en este tipo de casos—, pero las noticias me parecían tan buenas que eran de no creerse. Consulté la página del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH y el sida (Onusida) y ahí estaba en letras enormes y esperanzadoras: «INDETECTABLE = INTRANSMISIBLE». Lección aprendida: creerles a los especialistas.
Misión cumplida: pasé de tener sida a ser indetectable
¿Qué procedía ahora? Seguir tomando mi medicamento como hasta entonces y hacer algunas acciones complementarias para reforzar mi sistema inmune, como alimentarme sanamente, evitar el estrés y reanudar el ejercicio. Tres meses después, tras mi segundo análisis de sangre, la noticia estaba ahí: ¡había conseguido ser indetectable! No solo mis CD4 se habían elevado considerablemente y el sida era cosa del pasado, sino que ahora la presencia del virus era casi nula en mi organismo.
Supongo que así debe sentir una persona cuando le dicen que ha vencido al cáncer. Sentimental como soy, no pude evitar algunas lágrimas. «Esto no significa estar curado, pero en términos prácticos, mientras sigas tomando tu medicamento, es como si lo estuvieras», me dijo mi doctor. Y agregó:
«Por eso es muy importante que sigas tomando tu tratamiento como hasta ahora, para que mantengas tu adherencia debidamente. Ah, tampoco dejes de hacerte tus chequeos de laboratorio. ¿Qué te digo? ¡Muchas felicidades!».
Desde entonces —hace 6 años— hasta ahora, soy indetectable. Poco tiempo después, las buenas noticias no pararon: conocí al amor de mi vida, quien, a pesar de no vivir con el virus, le dio nula importancia a que yo sí lo tuviera. Hoy estamos casados. Él todas las noches me pregunta: «¿Ya te tomaste tu tableta?». Y yo le contesto que sí, pues jamás se me olvida. Es su manera de cuidarme y demostrarme que me ama. Y mi manera de amarlo a él es tomar debidamente mi tratamiento y hacerme mis chequeos periódicos. Sé que gracias a eso podremos lograr lo que nos prometimos al hacer los votos de nuestra boda: poder envejecer juntos y vivir una vida plena, libre y feliz. LEE MÁS SOBRE EL AMOR SERODISCORDANTE, EN DONDE UNA PERSONA VIVE CON VIH Y LA OTRA NO.
Recuerda consultar a tu médico.