El activista Alejandro Brito, fundador y director de Letra S, inició su lucha al padecer la pérdida de amistades a causa del VIH.
En México no es posible hablar sobre VIH sin hacer referencia al activista Alejandro Brito y Letra S. Hace más de 20 años, cuando nadie se atrevía a tocar el tema, la organización emprendió la tarea de concientizar sobre la lucha de las personas que viven con VIH e incidir en las políticas públicas sobre el tema.
Asimismo, en México no sería posible hablar de crímenes de odio sin mencionar al activista y la organización. Fueron los primeros en recopilar estadísticas sobre los asesinatos a integrantes de la comunidad LGBT+. Hoy, ante la falta de estadísticas oficiales recopiladas por el Estado, su trabajo es citado en todas las iniciativas para reformar los códigos penales de las entidades del país.
Pero ¿cuál es la historia detrás de Alejandro Brito y Letra S? En entrevista para Homosensual, el activista contó la historia que lo llevó a convertirse en referente de la lucha por los derechos de las personas LGBT+.
«Me asumí como si yo fuera seropositivo»: Alejandro Brito
La vida de Alejandro Brito como activista corre en paralelo con la historia del movimiento LGBT+ en México.
Alejandro se inició en el activismo en 1978. Ese mismo año se llevó a cabo la primera movilización con un contingente LGBT+ de la que se tenga registro en México. Un grupo de jóvenes homosexuales y lesbianas marcharon en la conmemoración del décimo aniversario de la matanza del 2 de octubre. Por supuesto, Brito estuvo allí. También estuvo un año después, en junio de 1979, en la primera Marcha del Orgullo realizada en Ciudad de México.

Alejandro Brito cuenta que dio sus primeros pasos como activista en el Grupo Lambda de Liberación Homosexual. Luego, tras la disolución del grupo, se alejó del movimiento LGBT+, hasta que la pérdida de amigos lo empujó a incursionar en la lucha contra el VIH:
«Cuando desaparecen los grupos LGBT, yo ya no sigo en el activismo. Pero paso al activismo del VIH cuando veo que amigos míos empiezan a enfermar y algunos a morir. Entonces vi que había que hacer algo. Yo la verdad nunca adquirí el VIH, pero me asumí como si yo fuera seropositivo y dije: “Tenemos que hacer algo”».
La batalla desde el periodismo
Historiador de formación, pero periodista por pasión, Alejandro Brito decidió dar la batalla contra el VIH desde los medios de comunicación, y así nació Letra S.
«Decidí hacerlo desde la comunicación porque entonces había mucha desinformación. Entonces armé un grupo multidisciplinario de comunicadores, médicos, activistas y formamos el suplemento Letra S».
Letra S vio la luz en 1994 como un suplemento del diario El Nacional. Posteriormente, en 1996, pasó a publicarse en La Jornada.
«Tuvo muy buena aceptación porque era el único medio que hablaba de los temas que nadie quería tocar: la sexualidad, las infecciones de transmisión sexual, las orientaciones sexuales y las identidades de género».

El activista Alejandro Brito comenta que la proyección que el suplemento le dio a la organización los hizo plantearse la posibilidad de dar la batalla en la arena política. Así, la organización formalmente denominada Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, A. C. pasó a realizar una labor más amplia:
«Políticamente nos dio una proyección a nivel nacional. Nosotros dijimos que solamente íbamos a ser un medio de comunicación, pero tuvimos que incursionar en la arena política. En esos años, la mayoría de los grupos que trabajaban el tema de VIH eran asistencialistas. Brindaban ayuda a la gente y tenían un consultorio de VIH, pero nadie estaba ocupando la arena política. Nadie estaba exigiendo al Gobierno que respondiera. Todo eso lo tuvimos que hacer».
Crímenes de odio
Quizá después del VIH, el tema en el que más incidencia tienen Letra S y el activista Alejandro Brito es en la legislación sobre crímenes de odio.
Pero la historia de cómo incursionaron en este campo es poco grata. En 1997 fue asesinado Francisco Estrada Valle, activista por los derechos de las personas con VIH. La madre del activista y Letra S decidieron presionar por el esclarecimiento del caso, creando —con el apoyo de Carlos Monsiváis— la Comisión ciudadana contra los crímenes por homofobia.

A pesar de que el caso de Estrada Valle nunca se esclareció, Letra S empezó a recopilar estadísticas sobre crímenes de odio y logró posicionar el tema en la agenda pública:
«Nos propusimos posicionar en la agenda de los medios el tema de los crímenes de odio para que de ahí se posicionara en otras agendas. Por ejemplo, en las comsiones de derechos humanos».
Hoy, cada que un diputado o senador presenta una iniciativa para tipificar los crímenes de odio contra personas LGBT+ en el Código Penal Federal o de algún estado, lo hace citando información de Letra S.
Avances
Gracias a Letra S y al activista Alejandro Brito, hoy sabemos que entre 2013 y 2018 se cometieron 473 asesinatos de personas LGBT+. También sabemos que 2019 rompió el récord de violencia contra personas de la comunidad, con 119 crímenes de odio.
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A pesar de ello, Alejandro comenta que en 40 años el movimiento LGBT+ ha logrado grandes avances:
«El avance es notable. Sobre todo en la visibilidad de las orientaciones sexuales y las identidades de género. Si al principio del movimiento nosotros gritábamos “¡Estamos en todas partes!”, ahora eso es una realidad. En todas partes hay manifestación de las identidades y orientaciones sexuales diversas».
Entre esos avances, Alejandro Brito cita la incorporación de políticas públicas sobre VIH; la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 1990; la creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en 2003; y la aprobación del matrimonio igualitario y otros avances legislativos, sobre todo en Ciudad de México.