La representación de los 41 maricones en la cultura mexicana va desde la caricatura hasta el cine, pasando por la escultura y, desde luego, la literatura.
La redada del baile de los 41 maricones es, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes y conocidos de la historia LGBTTTI mexicana. Su noticia en noviembre de 1901 dio pie a que aparecieran las primeras representaciones de la homosexualidad masculina en la cultura mexicana contemporánea. Desde entonces sus protagonistas han sido representados de diversas maneras, que van de la caricatura al cine, pasando por la escultura y la literatura.
Algunas, —sobre todo las primeras— fueron motivadas por la burla y la intolerancia de autores bugas. Otras, en su mayoría recientes, por el orgullo y el reconocimiento a nuestros antepasados ‘chulos y coquetones’.
Ilustraciones de Posada
Las primeras representaciones de los 41 maricones fueron las —ya muy conocidas— ilustraciones caricaturescas de José Guadalupe Posada. Aparecieron en hojas volantes que circularon por la Ciudad de México acompañadas de versos irónicos sobre lo sucedido en la calle de la Paz el 18 de noviembre de 1901. Otros ilustraban las humillaciones que sufrieron aquellos de los 41 que fueron enviados a Yucatán a realizar trabajos forzados.
Estas imágenes fueron determinantes para la difusión y aceptación del estereotipo del homosexual como un afeminado al que le gusta travestirse. Un afeminamiento que, hasta la fecha, ha sido entendido en la sociedad heteronormativa como un rasgo de inferioridad que debe ser sujeto a juicio y burla.
Lo mismo ocurrió con otra imagen que volvió a realizar Posada en 1907, usando las figuras de los 41 para hacer una crítica misógina al feminismo en su grabado “El feminismo se impone”. En este se puede ver en el centro un enorme número 41, en cuyo alrededor se encuentran hombres travestidos haciendo labores domésticas. Así, el artista plasmó el miedo de los hombres de la época ante los primeros pasos del feminismo en México.
Los cuarenta y uno: novela crítico-social
Cinco años después del ‘baile escandaloso’, fue publicada la novela Los cuarenta y uno: novela crítico-social, de un autor desconocido que firmó con el seudónimo Eduardo A. Castrejón. La calidad literaria de esta obra queda clara con la descripción que hizo Carlos Monsiváis de su autor: «Un moralista sin talento literario». La novela está mal estructurada y los personajes son descritos de forma simplista y reduccionista.
En ella, el autor pretende exaltar la superioridad moral de la clase trabajadora sobre la burguesía porfiriana, a la que pertenecían la mayoría de los 41. Por eso son descritos como hombres inmorales, afeminados, ociosos y decadentes, una imagen del homosexual que prevaleció en décadas posteriores.
“Los paranoicos (los espiritufláuticos), los megalómanos”
Esta pintura fue realizada en 1941, cuarenta años después de la gran redada. En ella Antonio Ruiz, ‘el Corcito’, recurre —al igual que Posada— a la imagen caricaturesca. Representa a cuatro de los artistas y escritores del grupo contemporáneos, herederos principales del estigma de los 41 maricones.
Encontramos en una plaza pública a Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Manuel Rodríguez Lozano y Roberto Montenegro acompañados de sus amigas Antonieta Rivas Mercado y Lupe Marín. Desfilan retorcidos, contoneándose y moviendo las caderas como si no pudieran mantener la rectitud deseada por la sociedad posrevolucionaria.
En el colorido cuadro ‘el Corcito’ representa la mariconería del grupo de artistas y plasma otras figuras que simbolizan algunos prejuicios sobre la homosexualidad. Estas son el perro chihuahua, raza famosa por ser faldera y escandalosa, o la cloaca y el balero, ambos haciendo referencia a los placeres anales.
Antros y revistas
A partir de los años 70 del siglo pasado, los 41 empezaron a tener un nuevo significado alejado de la burla y la vergüenza. Junto al Movimiento de Liberación Homosexual inició un proceso de apropiación y resignificación de los símbolos con los que se había atacado y estigmatizado a los homosexuales.
El cambio de sentido se vio con la aparición de antros gays que hacían referencia a la redada de 1901, como Disco Club 41 y El famoso 42 (que se refiere a Ignacio de la Torre, el yerno de Porfirio Díaz que se dice estaba en el baile pero fue protegido por el dictador).
También con la publicación de la revista 41, soñar fantasmas, del Centro de Información y Documentación de las Homosexualidades en México Ignacio Álvarez, en 1992. Su nombre también hace referencia a la primera novela de temática gay en México, 41 o el muchacho que soñaba fantasmas, de Paolo Po, publicada en 1964.
Monumento público
En 2001, en el centenario del baile de los 41, se develó el primer monumento público a la población LGBTTTI mexicana en la explanada del Centro Cultural José Martí. Se trata de una placa que consta de dos piezas.
A la derecha, un breve texto de Carlos Monsiváis: «A cien años; en desagravio de las 41 víctimas de la primera redada homófoba del siglo XX en México. Por el pleno respeto a los derechos humanos y civiles de gays y lesbianas».
A la izquierda, un relieve en bronce del escultor Reynaldo Velázquez Zebadúa que representa el número 41 formado por las figuras de dos hombres desnudos. Ambos hacen ‘un cuatro’, como el que la policía pide hacer como prueba de sobriedad, uno lo hace de frente y el otro de perfil. De esa manera Vélazquez hace referencia a las humillaciones que durante décadas tuvieron que soportar los homosexuales víctimas de las redadas policiacas.
Representación de los 41 maricones en años recientes
En la última década hemos visto más referencias a los 41 maricones en forma de homenaje. Uno de ellos es el libro de entrevistas de Antonio Bertrán, Chulos y coquetones. Conversaciones con protagonistas del mundo gay (2015). El periodista tomó ese título de un verso de los volantes de José Guadalupe Posada que dice: «Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones».
Además, en la portada del libro incluyó caricaturas de sus entrevistados, artistas y activistas del mundo gay contemporáneo, como Antonio Marquet, Horacio Franco, Daniel Vives (la Supermana). Ese uso de la caricatura puede tomarse como un acto de reivindicación y apropiación de un recurso que antes fue usado para estigmatizar y ridiculizar.
Esto también pudimos verlo en el cartel de la 41 Marcha del Orgullo LGBTTTI (2019) diseñado por Reyna Pelcastre, o el diseñado de manera independiente por Erik Rivera.
Este es el cartel de la EDICIÓN ESPECIAL de la 41 Marcha del Orgullo LGBTTTI en la Ciudad de México 2019.#Orgullo41 #SerEsResistir pic.twitter.com/zDU2n5gPwo
— Marcha LGBT CDMX ?️??? (@MarchaLGBTCDMX) April 25, 2019
41 años de Marcha LGBT!!!! ?️??️??️??️??️??️??️??️??️??️? una marcha de todos. pic.twitter.com/Qa9uG1I6oN
— Erik Rivera (@elnino_terrible) May 15, 2019
Como hemos visto, la representación de los 41 maricones ha pasado por un proceso que ha ido de la burla y el estigma a la reivindicación y el orgullo. Habrá que estar atentos a futuras obras inspiradas en estos antepasados sexodisidentes, como la película de David Pablos, El baile de los 41, que se estrenará en otoño de este año.
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¿Conoces otras representaciones de los 41 maricones?
Con información de OpenEdition, Literatura UNAM, Colectivo Sol, TimeOut, Arte entre paréntesis y Anal Magazine