Frases como «asco la papaya», entre otras conductas misóginas y machistas, demuestran que a algunos gays les hace falta mucho por aprender.
Seguramente has oído la frase «asco la papaya», bastante común en algunos hombres gays, y en la medida en que analizamos a mayor profundidad este tipo de conductas misóginas, nos damos cuenta de que algunas de ellas son francamente tóxicas para con otras personas.
Esto es especialmente irónico viniendo de una minoría social e históricamente excluida. ¿Acaso no el haber sido marginados debería habernos dado una perspectiva más generosa e incluyente? Si somos quienes enarbolan y defienden la diversidad, ¿no deberíamos ser los primeros en abrazar la diferencia?
En el caso específico de nuestra relación con las mujeres, muchos hombres gays han (hemos, porque no creo que nadie se encuentre exento) normalizado un montón de conductas misóginas y machistas. Aquí algunas de ellas.
Invisibilizar (o de plano rechazar) a las lesbianas
A veces pareciera que, cuando hablamos de lo LGBTTTIQA+, la única letra escrita en mayúscula es la G, mientras que del resto se habla muy poco. Y esto se ve en cosas tan sutiles como en a quiénes incluimos en nuestro círculo de amistades. Claro, hasta cierto punto es natural que sintamos una inclinación por rodearnos de nuestros pares, pero vaya: a veces parece que vivimos voluntariamente en un club de Toby. Nos quejamos de los que en apps de ligue solo buscan ‘masc for masc‘, pero nos parece de lo más normal solo hacernos amigos de otros gays y las lesbianas, pues… mejor de lejos.
Hay hombres gays que dicen: «Ay, a mí me caen mal las lesbianas porque son superviolentas» o «es que son superintensas», como si hubiera solo una manera de ser lesbiana y tooodas tuvieran una misma personalidad. Eso es tan burdo como pensar que todos los hombres gays somos iguales. Si nos quejamos de que nos rechazan con ‘argumentos’ y estereotipos tan burdos, ¿por qué caemos en lo mismo?
«Asco la papaya», una de las frases misóginas que usan algunos gays
Dentro de las frases más asentadas en el argot gay está «asco la papaya» o «yo la papaya ni en champú». Nos puede parecer gracioso, pero en realidad son palabras con una carga misógina altísima. ¿Por qué nos daría ASCO la genitalidad de otra persona? Por supuesto que nadie puede obligarnos a sentirnos atraídos eróticamente por una mujer cis, pero de ahí a expresarnos de esa manera de su cuerpo hay un trecho muy grande.
Esto llega a niveles tan burdos, que hay gays que se ufanan de ser ‘gays platinum‘. ¿Qué significa esto? Que nacieron por cesárea y por lo tanto nunca han tocado una vagina. Sí, así de ridículo. Sorpresa: las vulvas existen y no tendrían por qué darnos asco. Además, estas palabras que pretenden pasar por chiste también son altamente transfóbicas, porque la gran mayoría de hombres trans no tienen faloplastia. Es decir, viven a gusto con los genitales con los que nacieron.
Negarles la entrada a mujeres a espacios de socialización y divertimento
Esta es otra de las conductas misóginas a las que muchos gays ya nos acostumbramos. Un debate que lleva tiempo vigente es si las mujeres hetero deberían asistir a los espacios de esparcimiento de las personas gay. Si bien hay gente a favor y en contra, lo que es innegable es que negarles la entrada a antros solo por ser mujeres sí es misoginia. Claro que podemos ser críticos y cuestionar el que lleven con ellas a sus parejas (hombres hetero), ya que muchas veces llevan también con ellos sus conductas violentas y se comportan como machos alfa (¿?) queriendo reafirmar su masculinidad en los antros gay.
Pero decir «tú no entras porque eres mujer», ¿por? Aun así, hay lugares gay que en pleno 2020 les niegan la entrada a mujeres, so pretexto de que es un club y, escudándose en ello, tienen sus propios criterios de admisión.
Hacer body shaming o slut shaming
Una de las cosas con las que lidian las mujeres desde su infancia es con cumplir estándares imposibles de belleza. Se les condiciona desde muy pequeñas a cumplir con un montón de expectativas que culturalmente hemos aceptado como naturales. Y muchas veces los hombres gays contribuimos a ello. ¿Cuántas veces una de nuestras artistas pop sube un poco de peso y ya andamos lanzando comentarios tóxicos sobre su apariencia, como si esto afectara su trabajo como cantantes?
Con el tema del slut shaming pasa un fenómeno curioso. Usamos un montón de palabras negativas asociadas al libre ejercicio de la sexualidad, y casualmente lo hacemos en femenino. Sin ningún empacho decimos ‘p*ta’, ‘zorra’, ‘golfa’, sin notar que al usar expresiones como esas estamos alimentando la idea de que las mujeres no pueden ejercer su sexualidad como les venga en gana sin merecer apelativos así.
¿Verdad que al menos una vez has incurrido en alguna de ellas? Pero no es imposible dejar de hacerlo. Podemos ser distintos si nos lo proponemos. Y recuerda: ser gay no significa no ser macho o misógino en automático. Cuesta, pero se puede. Solo hay que tener voluntad, paciencia y autocrítica.