miércoles, diciembre 11, 2024

Momentos divertidos e irónicos de ser un monaguillo gay

Si quisiera saber qué se siente ser gay mientras participas en una comunidad sumamente religiosa, estos son los momentos que pudiste haber vivido si fuiste monaguillo y gay.

Un chico que fue monaguillo contó a Homosensual las experiencias que vivió de los 12 a los 14 años, tiempo en el que descubría que era gay. Estos son algunos momentos incómodos, graciosos e irónicos que nos compartió.

Darse cuenta de lo gay que podía ser la convivencia

Ser monaguillo no solo significa ayudar en los eventos de la iglesia. También es reforzar el lazo con tu comunidad católica. Por eso es muy común que los monaguillos salgan a acampar constantemente y tengan actividades de integración. Bañarse juntos y dormir abrazados entre todos eran algunas de las cosas que podían hacer que un monaguillo se diera cuenta de que quizá no era heterosexual. ESTOS SON 10 PROBLEMAS QUE TODO GAY RELIGIOSO ENTIENDE.

Encontrarte con otros monaguillos LGBT+

No lo podías decir abiertamente, claro. Pero, si te echabas el ojo con otro monaguillo igual de puberto que tú, no era nada raro que comenzaran a jugar de una manera muy física. Nunca se llegaba a nada más allá de los roces, las sobadas y los jalones de ropa. Al menos no durante los viajes en grupo. Sin embargo, estos ‘juegos’ dejaban una sensación diferente, digna de complicidad entre ambos monaguillos en proceso de descubrimiento.

Vivir tu fantasía cuando te ponías la túnica

La túnica satinada, con colores brillantes y que parecía un vestido podía llevarte a vivir toda una fantasía. Y, si a ti te tocaba llevar el incienso durante las procesiones, tu mundo mágico y espectacular tenía todavía mejor ambientación. Si de pequeños hubiéramos sabido lo que es el drag, sin duda el ponerse la túnica hubiera sido la iniciación de varios monaguillos.

Darte cuenta de lo bien torneados que están los santos mártires

En algún momento te dejas de fijar en la cara de dolor y sufrimiento de los mártires, y te das cuenta de lo bien definidos que tienen los abdómenes, lo fuerte de los brazos y lo bellísimos que son sus rostros. Descubres a san Sebastián, y no muy tarde te das cuenta de que no por nada se le nombró el santo de los gays.

Quién sabe qué querían enseñarte al mostrarte a esos hombres llenos de sufrimiento. Fuera lo que fuera, ciertamente eso no fue lo que llamó tu atención. CONOCE A SERGIO Y BACO, LOS SANTOS GAY QUE SE COLARON A LA IGLESIA.

San Sebastián mártir, en una pose claramente no provocadora ni estéticamente bellísima / Foto: La Sexta

Cuando te enteras de que te vas a ir al infierno

No es raro que los sacerdotes condenen la homosexualidad. Sin embargo, llega un punto en el que te das cuenta de que al condenar a esos hombres y mujeres, también te están condenando a ti. No puedes cambiar tu orientación, pero sí puedes dejar de ser monaguillo. Entonces, eso es lo que haces.

Si de todas maneras te vas a ir al infierno, ¿de qué sirve ayudar todos los domingos en la iglesia y de qué sirven todos esos viajes de integración con personas que te rechazarían su supieran tu orientación?

via GIPHY

No importa todo lo que digan los conservadores y religiosos. Pertenecer a una comunidad sumamente católica no previene a nadie de tener un hijo LGBT+ o ser ellos mismos parte de la comunidad LGBT+. Tampoco importan las amenazas de condena en el infierno por prácticas homosexuales, ni las constantes repeticiones de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. 

No importa si escuchas sermones todos los domingos. Si eres LGBT+, nada te va a poder cambiar. Pero, además, si tuviste la mala suerte de ser monaguillo mientras descubrías que eras gay, seguramente habrás vivido momentos irónicos, a veces incómodos y ciertamente graciosos de recordar, como los que te mostramos aquí.

¿Conoces a alguien que haya sido monaguillo y ahora sea gay? ¡Etiquétalo en los comentarios!

Yet Akatzin Almazán
Yet Akatzin Almazán
Literata, volátil, y distraída, todo al mismo tiempo. Toco el bajo en mis ratos libres y soy malabarista cuando no hay dinero. Escribo cuentitos a veces. Tengo una morrita bien chida y por eso la presumo. Las ganas de darle un buen futuro a nuestros 11 gatos es lo que (a veces) me levanta en las mañanas.

Artículos Relacionados

Lo más reciente