El movimiento por los derechos de personas afrodescendientes representa una oportunidad para visibilizar la interseccionalidad afro-LGBTQ+ en Latinoamérica.
El racismo, la discriminación y la brutalidad policial contra la población afrodescendiente ha estado en el centro del escrutinio público gracias al movimiento #BlackLivesMatter. Las movilizaciones a causa de la indignación por el asesinato de George Floyd contaron con un alcance global. Y en el caso de la trinchera LGBTQ+, estos acontecimientos plantean la necesidad de abordar el tema de la interseccionalidad, particularmente en el caso de personas afro que se identifican como gays, bisexuales o transexuales.

Hace menos de un año, en agosto de 2019, las organizaciones Colombia Diversa y Caribe Afirmativo publicaron ¡Es ahora!, el primer estudio sobre las condiciones que enfrentan las personas LGBTQ+ de poblaciones afrodescendientes e indígenas en América Latina. El informe aborda desde una perspectiva de interseccionalidad las implicaciones de ser afro, indígena y miembro de la comunidad LGBTQ+:
«Esta compleja tarea necesita ser analizada desde una perspectiva interseccional, que permita reconocer la agudización de las violencias dirigidas a las personas que experimentan la vulneración de sus derechos desde distintos sistemas de opresión debido a la fusión de identidades como el ser LGBT y, al tiempo, pertenecer a una comunidad étnica–racial».
Doble vulnerabilidad
Ante la falta de información oficial sobre la violencia contra personas LGBTQ+ en América Latina, la organización Colombia Diversa se encargó de crear un observatorio. De acuerdo con su informe, la mayoría de las personas LGBTQ+ asesinadas en el caribe colombiano en los últimos diez años son afrodescendientes.
Para realizar el estudio, Colombia Diversa y Caribe Afirmativo realizaron trabajo de campo en cinco municipios con población predominantemente afrodescendiente e indígena: Uribia, Riohacha, Cartagena, Quibdó y Buenaventura. Como resultado, encontraron que las personas que viven la interseccionalidad afro-indígena-LGBTQ+sufren una violencia normalizada que repercute en tres vertientes.
La primer vertiente es la invisibilización. Es decir, que la violencia física , simbólica y verbal que sufren los llevan a autoinvisibilizar su sexualidad, su identidad y su expresión de género.

La segunda vertiente es la discriminación, que se manifiesta en la dificultad de ejercer sus derechos económicos, sexuales y culturales:
«Uno de los grandes problemas de la comunidad LGBT en todo el país es la falta de acceso laboral. Por ello se ven obligados a conseguir trabajos informales. Esta situación se agrava cuando se trata de una persona transgénero, pues el cambio de sexo en los documentos de identidad, aunque es permitido, es poco conocido para algunas poblaciones».
Y por último, la estigmatización se manifiesta en la caracterización de la homosexualidad como una ‘enfermedad’. Según el estudio, en muchas de las comunidades indígenas y afro, la interseccionalidad LGBTQ+ implica ser objeto de ‘terapias de conversión’ o métodos ancestrales de cura.
Ejercicio de introspección
En este contexto, el movimiento #BlackLivesMatter ha puesto de manifiesto un fenómeno que obliga a la comunidad LGBTQ+ a hacer un ejercicio de introspección. Entre gays, lesbianas, bisexuales y transexuales también existe endodiscriminación. Ya sea por expresiones de género e identidad u orientación sexual, la comunidad LGBTQ+ también reproduce en su seno prácticas discriminatorias.
Lo mismo ocurre con la interseccionalidad de personas afro y LGBTQ+. Al exterior de la comunidad sufren discriminación por su orientación sexual. Y al interior, la sufren por su color de piel.