jueves, abril 25, 2024

Francisco ‘Paco’ Galván: Vivir con VIH en la década de los 90

En 1991, Francisco ‘Paco’ Galván recibió su diagnóstico de VIH. A sus 54 años reflexiona cómo el activismo ha mejorado de manera considerable la expectativa y calidad de vida de este sector de la población.

Cuando Francisco ‘Paco’ Galván y sus amigos recibieron su diagnóstico, en México solo el 39% de las y los pacientes con VIH continuaban con vida. Entre 1990 y 2000, las autoridades sanitarias contabilizaron 68 447 casos activos. Sin embargo, en su segundo informe de Gobierno, el entonces presidente, Ernesto Zedillo Ponce de León, omitió cualquier término relacionado con el VIH y el sida.

Las y los activistas que ofrecían refugio y apoyo psicológico mostraron indignación ante dicha omisión. Conocían las cifras mejor que nadie. Según recuerda Paco Galván, quienes recibían sus análisis con un resultado confirmatorio de VIH «vivían un promedio de 2 a 5 años».

Él fue una de las personas a las que el acceso oportuno a fármacos y atención médica las colocó en las aproximaciones del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH y el sida (Onusida). En abril de 2020, esta dependencia especializada de la ONU informó que la esperanza de vida de las personas con VIH puede ser de 30 años después de haber recibido su diagnóstico.

La alentadora estadística no solo se debe a los avances en el campo de la medicina. Muchas personas que viven con VIH han logrado indetectabilidad gracias a las redes de apoyo que les han abrazado. Esa es la razón por la que en 2021, Paco Galván decidió involucrarse nuevamente en la defensa de los derechos de este sector de la población. MIRA QUÉ SIGNIFICA SER INDETECTABLE.

La historia de Paco Galván, activista por los derechos de las personas con VIH

30 años antes de que el fundador de VIHve Libre, Alaín Pinzón, lo invitara a compartir una charla sobre sus vivencias con el VIH, Paco Galván formó parte de un activismo que abogaba por una vida digna.

Su cercanía con el VIH y el sida no encontró como origen su diagnóstico. Estuvo en relaciones serodiscordantes y, en su círculo más cercano, muchos de sus amigos le enseñaban a «mantener una actitud positiva».

Por el acompañamiento a sus exparejas, conocía el proceso para combatir al virus. Aunque en los 90 ya se tenían claras algunas medidas de prevención, la información disponible y sin estigmasera muy escasa. Según recuerda, se hablaba de sexo seguro, «pero de una manera parcial». Él y su pareja hacían uso del preservativo. Sin embargo, poco o nadase hablaba del sexo oral entre varones.

Entre 3 y 8 semanas para conocer los resultados de las pruebas de detección de VIH

Paco Galván y su expareja fueron algunos de los hombres de la comunidad LGBT+ que estuvieron bajo la vigilancia de un referente del tratamiento del VIH en México: Ángel Guerra Márquez, doctor y especialista en VIH y hematología.

doctor Ángel Guerra Márquez
El doctor Ángel Guerra Márquez / Foto: Facebook (Clínica de Atención Médica y Detección en ITS Amsavih)

Después de que su novio falleció por causas relacionadas con el sida, Paco presentó inflamación de ganglios. Estaba convencido de que se trataba de una infección. Pasaron 2 meses y las molestias continuaban. CONOCE LA DIFERENCIA ENTRE VIH Y SIDA.

Acudió con su médico de confianza, quien le solicitó una prueba de detección. A lo largo de la charla, Paco Galván enfatiza que las generaciones más jóvenes no enfrentan el VIH como hace 30 años. Gracias a la labor de grupos, activistas, organizaciones y especialistas, los análisis son mucho más accesibles y eficaces.

A principios de los 90, el tiempo de espera para los resultados variaba entre «las 3 y 8 semanas». En el caso de Paco fueron 6. Tan pronto supo de su resultado, tuvo la certeza de que «no iba a morir».

Tal y como lo cuenta en entrevista, lo que lo hizo mantener la tenacidad «fue todo lo que vio con sus seres queridos». Si bien reconoce que, de cara a la primera década de los 2000 perdió «a 32 amigos», sus historias lo inspiraron a continuar y luchar por su vida.

Cuando piensa en su mejor amigo (Leonardo) y en quienes estuvieron a su lado en las «caminatas del silencio», Paco Galván está convencido de que vivir con VIH en los 90 implicaba reconocer que «había miedo, pero también un sentimiento de dignidad». ESTO NOS CUENTA VÍCTOR LEÓN SOBRE LA IMPORTANCIA DE LAS REDES DE APOYO CUANDO VIVES CON VIH.

Serofobia: factor que incentivó el aumento de decesos en México y el mundo

Desde el momento en el que acudió con el doctor Ángel Guerra Márquez para comenzar su tratamiento —2 días después de recibir su diagnóstico de VIH— Paco Galván tuvo presente que el sentimiento de dignidad se construye en lo individual y colectivo. Dicha premisa fue una de las muchas cosas que agradece a su familia.

En los 90 «vivir con VIH era visto como una sentencia». Esto no solo se debía a la alta demanda en los servicios de salud y en las incipientes certezas que se tenían respecto al virus. La alta tasa de mortalidad también estaba ligada a la discriminación por parte de la sociedad.

Paco recuerda que los primeros grupos de apoyo a la población con VIH se basaban en «demostraciones directas de cariño». Para entonces, los servicios de mensajería instantánea no perfilaban como la principal vía de comunicación. Las y los activistas se organizaban en pequeños grupos para calendarizar visitas a quienes habían sufrido abandono por parte de su familia.

«Nos hablábamos por teléfono para consultar quién podía llevar insumos a las personas que estaban hospitalizadas y no recibían ningún tipo de visitas».

En los últimos años del siglo XX, entre las acciones más frecuentes del activismo del VIH se encontraban el rescate y ofrecimiento de vivienda. Según recuerda el ahora profesor de inglés y francés, las mujeres trans eran uno de los grupos poblacionales con mayor índice de abandono y situación de calle. ENTÉRATE DE LA HISTORIA DE KENYA CUEVAS, ACTIVISTA QUE VIVE CON VIH Y CONSTRUYE COMUNIDAD.

Respecto a este tipo de situaciones, las y los activistas con los que Paco sumaba fuerzas para buscar hospitales en los que las y los pacientes pudieran ser ingresados. Luego se turnaban para los horarios de visitas.

El mismo Paco «vio las ventajas de lo que es estar en un grupo de apoyo cercano y práctico». Cuando lo operaron en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), «le faltó tiempo para recibir a las personas que se preocupaban por él».

«Mi papá se convirtió en amigo y papá de mis amigos que vivían con VIH»: Paco Galván

A sus 54 años y más de 3 décadas de vivir con VIH, Paco Galván está convencido de que «el diagnóstico es una oportunidad para tomar las riendas de la vida que se quiere llevar». Con ello no solo se refiere al autocuidado físico, también habla de la importancia de replantear la forma en la que nos relacionamos con las y los demás.

En 2022 se reconoce como un hombre privilegiado. En principio, contó con el apoyo incondicional de su padre, quien a la vez se convirtió en amigo y padre de los amigos a los que la familia o la pareja les dieron la espalda.

«Tuve la fortuna de contar con un padre que abrazó a quienes les negaron cualquier tipo de cariño. Me acompañaba a mis consultas de seguimiento y estaba al tanto de mi progreso. En ese entonces, como también se enteró de que yo era gay, se mostró dispuesto a aprender. Tomó muchos talleres de sexualidad y VIH».

Lucha por el acceso a los tratamientos

Entre los aliados en los que Paco encontró fuerza se encontró Ángel Guerra Márquez. El especialista en VIH estuvo a cargo de la procuración de su salud física. Y también fue uno de los hombres que lo impulsó a organizarse con otras y otros activistas para garantizar el acceso a los tratamientos en México.

Aunque en los 90 México reportó un alza considerable en los casos de VIH, el Gobierno federal no parecía tener intenciones de actuar al respecto.

Además de brindar información sobre Timothy Brown (mejor conocido como ‘el paciente Berlín’), en la conferencia de 1996 Guerra Márquez apeló a la organización de las y los implicados. «Ahora depende de ustedes recibir esos medicamentos o seguir muriendo de sida», manifestó. Con esas palabras es como Paco Galván recuerda la conformación del Frente Nacional para Personas Afectadas por VIH.

De acuerdo con el testimonio de Paco, lo que secundó a la intervención de Guerra Márquez fue «un miedo y un sentimiento de dignidad» al salir a las calles y presentarse como un individuo en defensa de las personas de la comunidad LGBT+ (antes solo conceptualizada como ‘lésbico-gay’) que vivían con VIH.

La ocupación pública fue uno de los gestos por los cuales la población con VIH y con sida mantuvo presente lo que por años gobiernos, medios de comunicación y sectores conservadores de la opinión pública les negaron: considerarles y respetarles como sujetos de derechos.

Al tener en cuenta las disposiciones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y documentos rectores de Onusida (por ejemplo, la Declaración Política sobre el VIH y el sida: intensificación de nuestro esfuerzo para eliminar el VIH y el sida) quienes recibieron su diagnóstico en 1990 asistieron a mítines, pusieron ofrendas conmemorativas, organizaron marchas  y —algunos/as con el rostro cubierto— se plantaron frente a Palacio Nacional para recordarles a los mandatarios lo que años más tarde Paco Galván subrayó en su intervención con el grupo de VIHve Libre:

«El diagnóstico de VIH no es una condena. Es una oportunidad para tomar las riendas de tu vida».

¿Ya conocías a Paco Galván, activista que enfrentó la lucha contra el VIH en la década de 1990?

Ana Flores
Ana Flores
she/her/they/ellæ. Escribo sobre diversidad sexual, justicia reproductiva y movimientos sociales.

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