viernes, abril 19, 2024

¿Cuáles son las diferencias entre la hepatitis A, B y C?

Conocer las diferencias entre la hepatitis A, B y C es fundamental para saber cómo prevenir y, en dado caso, seguir un tratamiento. 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen cinco virus de la hepatitis; aunque todos causan afectaciones al hígado es fundamental conocer sus diferencias. En caso de que no tengas claridad de las características específicas, en el siguiente artículo te explicamos cuáles son los rasgos distintivos entre la hepatitis A, B y C. 

Hepatitis A (VHA)

La hepatitis A es considerada un problema de salud pública a nivel global. Según la OMS, es una de las cuatro enfermedades infecciosas más prevalentes en el mundo. El virus de la hepatitis A —mismo que fue descrito en 1973— pertenece a la familia Picornaviridae (también conocida como Picornavirus). En otras palabras: el VHA comparte semejanzas con agentes que causan infecciones respiratorias, glosopeda, conjuntivitis hemorrágicas, meningitis asépticas, miocarditis y/o parálisis fláccida

Una de las particularidades del virus de la hepatitis A es que es más resistente al calor que otros picornavirus. Esto propicia que sea más infeccioso. En su mayoría, el VHA se transmite por vía fecal-oral, persona a persona, sexo oral-anal y transfusiones de sangre. En este punto es importante mencionar que el periodo de incubación no guarda relación con la vía de transmisión

La hepatitis A es una enfermedad que se desarrolla en dos fases: preictérica e ictérica. En la fase ictérica, las y los pacientes presentan fiebre (puede ir de los 38° a los 40.5°), cefalea, debilidad, vómito, dolor abdominal y diarrea. La intensidad de los síntomas depende de factores como la edad. 

Por su parte, la fase ictérica se caracteriza por la coloración amarilla de piel y mucosas, coluria (orina de color intenso) y acolia (materia fecal blanca). De acuerdo con expertos en virología médica, el periodo de incubación dura entre dos y siete semanas. Dado que en la última etapa de la incubación es cuando se da la eliminación de partículas virales en  las heces este periodo es considerado el más contagioso. La última etapa de incubación corresponde de los cinco a 10 días previos a la sintomatología.

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Si presentas síntomas de la hepatitis A debes acudir a un médico. / Foto: MedCare

¿Qué tan vulnerables somos ante la hepatitis A?

La hepatitis A tiene una distribución universal, pero llega a presentar diferencias geográficas en su prevalencia. En un estudio realizado por María Cristina Navas Navas y Paula Andrea Báez Triana —ambas dedicadas a la investigación de gastrohepatología— se dio a conocer que, hasta 2015, las regiones del sureste de Asia y África subsahariana presentaron una alta endemicidad. En el nivel intermedio se encontraron países del Mediterráneo Oriental, Asia Central, África del Norte, Centroamérica y América del Sur. Los niveles de menor prevalencia correspondieron a las regiones de Europa Central, Oriental y Occidental, Norteamérica y sureste de Oceanía. 

Aunque la hepatitis A se presenta con mayor frecuencia en adolescentes y adultos jóvenes, en 2006, especialistas del Hospital Clínico Universitario de Santiago identificaron los siguientes grupos de riesgo:

  • personas que mantienen contacto sexual y familiar con pacientes con VHA
  • personal sanitario 
  • viajeros
  • personas que viven en regiones endémicas de hepatitis A
  • infantes y personal de guarderías
  • trabajadores en contacto con aguas residuales
  • pacientes con enfermedad hepática crónica
  • personas internadas en campos de refugiados
  • manipuladores de alimentos
  • personas con alteraciones en los factores de coagulación

El diagnóstico de la hepatitis A puede hacerse por métodos directos o indirectos. En los directos están las pruebas de la detección del VHA en las heces. Las más comunes son la inmunomicroscopía electrónica, radioinmunoanálisis (RIA), ELISA de doble sándwich y estudios moleculares (hibridación y PCR). Por el lado de los métodos indirectos podemos encontrar la serología. Es decir: los tests de sangre. Por lo general, estos se realizan con el objetivo de confirmar el diagnóstico. Rara vez se recurre a la biopsia hepática. 

Tal y como lo expresa la OMS, «casi todos los pacientes se recuperan totalmente y adquieren inmunidad de por vida». Sin embargo, «una proporción muy pequeña de los casos pueden fallecer a causa de una hepatitis fulminante». Asimismo, la Secretaría de Salud (SSa) advierte en la Guía práctica clínica para el diagnóstico y tratamiento de las hepatitis virales que las y los pacientes se enfrentan a otro tipo de dificultades que no precisamente tienen que ver con su estado de salud. Algunos costos de la hepatitis A se traducen en la pérdida de empleos. 

A lo largo de los años, especialistas en salud y políticas públicas han insistido en que algunas vías para fomentar la disminución de los casos de hepatitis A son mejorar las condiciones sanitarias básicas y la implementación de programas de inmunización activa (o bien, jornadas de vacunación).

Hepatitis B (VHB)

Hasta el 2021, la Hepatitis B Foundation contabilizó 2 mil millones de casos de hepatitis B. Según estimaciones de la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO, por sus siglas en inglés), el 45% de la población mundial vive en áreas de alta endemicidad: sudeste asiático, África tropical, zonas de Oriente Medio, islas del Pacífico y Pacífico Oriental, la cuenca de la Amazonia, Groenlandia, zonas rurales del norte de Canadá y algunas regiones de China. 

Descrito en la década de los 60, el virus de la hepatitis B (VHB) pertenece a la familia de los Hepadnaviridae. Como lo sugiere su raíz etimológica, estos organismos causan afecciones en el hígado de los seres humanos y animales (específicamente mamíferos y aves). Uno de sus rasgos distintivos es que pueden sobrevivir en objetos inertes por más de una semana. Cabe destacar que aunque el VHB está relacionado con virus como el de la hepatitis de la marmota, ardilla terrera y pato de Pekín, este solo infecta a los seres humanos. Otra de sus características principales es  «la producción de grandes cantidades de formas antigénicas en infecciones agudas y crónicas». 

Además de las altas tasas de endemicidad, lo que vuelve a la hepatitis B una de las principales preocupaciones sanitarias es que, de acuerdo con la OMS, a nivel global se registra un total de 360 millones de portadores crónicos del virus. A dicha estadística se suman las estimaciones de las tasas de mortalidad. En 2015, la hepatitis B causó el deceso de 887 000 personas. 

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La hepatitis B es provocada por el virus VHB. / Foto: DSalud

¿Qué señales da la hepatitis B?

Desafortunadamente, la hepatitis B es una enfermedad silenciosaÚnicamente entre el 5% y 10% de las infecciones que ocurren en gente adulta se hacen persistentes. También es importante mencionar que una de las diferencias de la hepatitis B es que al menos un 1% de las personas con VHB pueden contraer el VIH. A su vez, las y los pacientes son susceptibles a desarrollar cirrosis y cáncer de hígado

Las complicaciones y/o secuelas de la hepatitis B derivan de que esta enfermedad puede ser aguda o crónica. La primera tiene una duración de máximo seis meses y no hay tratamiento. Únicamente se busca monitorear el estatus de las personas y disminuir los malestares corporales. En el caso de la hepatitis B crónica, el organismo no cuenta con la capacidad de liberar el VHB. Por tal motivo, causa daños permanentes en el hígado. Para la hepatitis crónica se pueden administrar antivíricos orales. No olvides que esto siempre debe hacerse bajo la prescripción y tutela médica

La hepatitis B guarda significativas diferencias con los otros cuatro tipos de hepatitis. Tal y como lo da a conocer el personal experto de la OMS, «la mayoría de las personas no tienen síntomas inmediatamente después de infectarse». Eso sí: hay pacientes que han reportado ictericia, coluria, cansancio extremo, náuseas, vómito y dolor abdominal. 

¿Cómo se puede prevenir?

Las hepatitis B se transmite vía perinatal (de madre a hijo), por exposición a sangre infectada (que puede ocurrir en el espacio doméstico), pinchazos, tatuajes, perforaciones y fluidos como saliva, semen, flujo vaginal y menstrual. Al hacer mención de lo anterior, nos debe quedar claro que los encuentros íntimos (homo y heterosexuales) pueden ser una vía de transmisión. Aunque la OMS reconoce a las y los infantes menores de seis años como el sector más vulnerable, entre los grupos de riesgo también se encuentran:

  • politransfundidos (es decir: personas que han recibido 20 o más unidades de sangre en una ocasión o en un año)
  • personas que consumen drogas intravenosas
  • dializados 
  • personal de salud 
  • personas con problemas de coagulación en la sangre
  • personas en situación de cárcel
  • personas que toman medicamentos que suprimen al sistema inmunitario

Para dictar un diagnóstico del VHB es necesario detectar proteínas virales como HBsAg y HBeAg y anticuerpos. Por tal motivo, las y los especialistas recurren a técnicas serológicas. Estas pueden partir de métodos inmunoenzimáticos y genéricos (como las pruebas PCR).  

La hepatitis B es una enfermedad prevenible. Además de la vacuna —que consiste en tres dosis y se aplica antes de los cinco años de edad—, instituciones de salud como la SSa o la fundación Stanford Children’s Health emiten las siguientes recomendaciones: 

  1. Usa preservativo al tener relaciones sexuales.
  2. Asegúrate de que los instrumentos de perforación y tatuajes estén esterilizados.
  3. No compartas materiales como agujas.
  4. No compartas objetos de uso íntimo (ejemplo: rastrillos y cepillos de dientes).
  5. Si estás en constante contacto con sangre y/o fluidos corporales, siempre usa guantes.
  6. Si tienes hepatitis B, informa a especialistas como las y los dentistas para que puedan tomar las debidas precauciones.
  7. Acude al médico si sospechas que eres vulnerable al VHB (en especial si estás gestando).

Hepatitis C (VHC)

Para finalizar este artículo sobre las diferencias entre los cinco virus de hepatitis, hablaremos brevemente sobre el VHC. Durante la década de los 70 la comunidad científica se enfrentó a una nueva inquietud respecto a los casos de hepatitis relacionados con las transfusiones sanguíneas

Fue hasta finales de los 80 que las y los especialistas reconocieron el virus de la hepatitis C: VHC. Inicialmente se le nombró no-A y no-B. Tras su descripción, todavía tomó mucho tiempo para que se tuviera certeza sobre el ciclo de replicación, adsorción, penetración, ensamblaje y liberación de partículas. Gracias a distintas investigaciones, en la actualidad sabemos que el VHC «es un agente relacionado genéticamente con los pestivirus, flavivirus y virus de las plantas». 

Con fecha de corte en junio de 2020, la OMS dio a conocer que en el mundo «hay 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C». De acuerdo con información recabada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica con el mayor número de pacientes de hepatitis C. 

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Te compartimos algunos tips para prevenir la hepatitis C. / Foto: Adobe Stock

¿Cuáles son sus diferencias respecto a la hepatitis A y B?

La especificidad de este virus de la hepatitis deriva de su vía de transmisión. Esta ocurre a través de la sangre, de tipo sexual y vertical (perinatal). Según se detalla en el libro Temas de bacteriología y virología médica (2006), «las personas que están en riesgo de adquirir el virus son aquellas sometidas a transfusiones sanguíneas o productos hemofílicos, personas que consumen drogas vía intravenosa, pacientes nefrológicos en hemodiálisis, receptores de órganos, personal sanitario y personas VIH positivas»

En múltiples ocasiones, la OMS ha aclarado que la hepatitis C no se contagia mediante la leche materna, el agua, contactos físicos (como los abrazos o besos), alimentos o bebidas. El periodo de incubación de la hepatitis C es variable. Puede ir de dos semanas o extenderse a los seis meses

Respecto a los síntomas, hasta principios de los 2000, las y los expertos expresaron que el VHC «no se distingue clínicamente de otras formas de hepatitis». Además, se observaba «una mayor tendencia a formas leves anictéricas y el 75% de las veces asintomáticas». 

No obstante, las y los pacientes pueden presentar fiebre, cansancio, pérdida de apetito, náuseas, vómito, ictericia, coluria y dolores articulares. En este rubro es fundamental destacar que la ictericia, hepatomegalia (hígado agrandado) y esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo) son señales de una enfermedad hepática avanzada. Lo mismo ocurre con el incremento de los niveles de bilirrubina y el alargamiento de la tasa de protrombina (comúnmente conocida como ‘tiempo de Quick’). 

El diagnóstico de hepatitis C consiste en la detección de anticuerpos. Se puede optar por un método cuantitativo o cualitativo. El primero se caracteriza por la cuantificación de la carga viral. En el caso del método cualitativo se puede realizar una biopsia hepática

Aunque aún no se cuenta con una vacuna contra la hepatitis C, en los últimos años, el campo de la medicina ha modificado y evolucionado los tratamientos. Entre ellos podemos reconocer la monoterapia con interferón y la terapia de interferón y ribavirina. En 2018, la OMS recomendó la administración de antivíricos de acción directa (AAD) pangenotípicos. La eficiencia de los mismos dependerá del estatus del hígado. En octubre de 2020, los científicos Michael Houghton, Harvey Alter y Charles Rice identificaron tres parámetros importantes para la hepatitis C. Los resultados de su investigación les otorgaron el Premio Nobel de Medicina del año en cuestión. 

Al igual que la hepatitis A y B, la C es una enfermedad que podemos prevenir. Por ejemplo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades sugieren:

  • uso apropiado y seguro de las inyecciones
  • manipulación y eliminación segura de objetos cortopunzantes y desechos
  • realizar exámenes continuos para detectar el VHB y VHC (en especial si se está embarazada y/o si se es un paciente que recibe hemodiálisis o  que vive con VIH)
  • uso sistemático del condón durante los encuentros sexuales
  • no utilizar objetos personales que pudieron estar en contacto con la sangre de otra persona (como monitores de glucosa, máquinas de afeitar o cortauñas)
  • no hacerse tatuajes o piercings en lugares que no cuenten con licencia sanitaria. 

¿Ya conocías las diferencias entre la hepatitis A, B y C? Recuerda que aunque en Homosensual nos basamos en fuentes de información fidedignas, cualquier duda debe ser consultada con personal médico especializado. 

Con información de Organización Mundial de la Salud (OMS), Instituto Valenciano de Microbiología, Revista Medicina y Laboratorio (2016), Revista. Enfermedades Infecciosas. Microbiología Clínica (2006), Temas de Bacteriología y virología médica (2006) , Guía práctica clínica para el diagnóstico y tratamiento de las hepatitis viralesRevista IATREIA (Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquía), Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (A.M.S.E), Guía Mundial de la Organización Mundial de Gastroenterología, Revista Biomédica (1991), Hepatitis B Foundation, Stanford Children’s Health, Secretaría de Salud (SSa), Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Portal de Medicina y Salud Pública, Revista. Ámbito Farmacéutico y Centros para el Control y Prevención de Enfermedades 

Ana Flores
Ana Flores
she/her/they/ellæ. Escribo sobre diversidad sexual, justicia reproductiva y movimientos sociales.

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