¿Alguna vez escuchaste el término lobby gay? Los homófobos lo usan para quejarse del avance de los derechos LGBT+. Pero ¿existe tal cosa?
Por lo general, el término lobby gay sale de boca de líderes religiosos, políticos conservadores o integrantes de organizaciones poco gay-friendly como el Frente Nacional por la Familia.
El concepto se refiere a la influencia de organizaciones LGBT+ en la política. Por lo general, se utiliza para criticar la aprobación o presentación de reformas o iniciativas en favor de los derechos de la diversidad sexual, tales como el matrimonio igualitario o la llamada ley de identidad de género.
Pero ¿qué es exactamente el lobby gay? Para responder a esta pregunta, hay que revisar el concepto de lobby.
Simplemente es cabildeo
Lobby es el término que se utiliza en inglés para referirse al cabildeo. Por lo general, esta palabra tiene una connotación negativa. Remite a la corrupción y hace pensar en imágenes de políticos recibiendo bolsas de dinero para hacer valer sus influencias.
Sin embargo, el cabildeo no solo es legal, sino que además puede resultar útil en un sistema democrático y es un instrumento del que puede valerse tato la comunidad LGBT+ como otro tipo de agrupaciones para influir en las decisiones públicas. En la legislación mexicana, el cabildeo se define de la siguiente forma:
«El cabildeo legislativo es el conjunto de acciones dirigidas específicamente a los integrantes de las cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión en lo individual o a las comisiones ordinarias, especiales o de investigación, así como a los comités y grupos de trabajo integrados conforme a la normatividad legislativa y parlamentaria, que tiene por objeto influir de manera informada, propositiva y constructiva, en la elaboración, reforma o modificación de los diversos productos legislativos y parlamentarios».
Dicho de otro modo, el cabildeo es una herramienta que permite a ciudadanos y grupos organizados participar en la elaboración de las leyes.
Entonces, ¿existe el lobby gay?
Definitivamente. Y a través de ejemplos, es posible observar cómo el cabildeo es una actividad legal, que no implica la compra de votos —eso sería corrupción, no cabildeo— ni otro tipo de prácticas truculentas.
El pasado 24 de julio se aprobó una iniciativa para prohibir la impartición de las llamadas ‘terapias de conversión’ en CDMX. En este importante logro para los derechos humanos en México resultó fundamental la labor de cabildeo que realizó la organización LGBT+ Yaaj México. Los activista que conforman esta ONG se acercaron a legisladores y les ayudaron a diseñar la propuesta. Realizaron foros de sensibilización, hicieron campañas en redes sociales y promovieron la iniciativa.
Aprueban sanciones para quienes impartan ‘terapias de conversión’ en CDMX
Otro ejemplo ocurre en Tlaxcala. El pasado 17 de septiembre, 24 colectivos de la comunidad LGBT+ presentaron una iniciativa popular sobre matrimonio igualitario. Ahora, se encuentran en una labor de cabildeo. Es decir, están estableciendo contacto con legisladores para convencerlos de dictaminar la iniciativa, presentarla en el pleno del Congreso del estado y aprobarla.
24 colectivos impulsan iniciativa popular sobre matrimonio igualitario en Tlaxcala
Mientras haya ciudadanos u organizaciones interesados en promover una agenda en favor de los derechos LGBT+, definitivamente habrá un lobby gay.
Lobbies antigays
Ahora bien; existen tantos tipos de lobbies como intereses privados. Todos ellos son legítimos, siempre y cuando respeten las reglas del juego.
Además, lo que no dicen quienes se quejan del lobby gay es que también existen lobbies antigays. Es decir, organizaciones que se acercan a diputados o senadores para promover una agenda antiderechos. Tal es el caso del propio Frente Nacional por la Familia o de grupos evangélicos vinculados a propuestas como el pin parental.
Técnicamente, estas organizaciones también tienen el derecho de promover sus propuestas. Sin embargo, el límite a su libertad y sus derechos está en el respeto a la libertad y los derechos de los demás. Y ahí está la diferencia: mientras algunos hacen cabildeo para promover el avance de derechos humanos, otros lo hacen para limitar derechos o invisibilizar la diversidad.