El 1 de enero de 2022 HBO estrenó Harry Potter 20 Aniversario: Regreso a Hogwarts, así que es momento de que hablemos sobre el impacto que tuvo para millennials y zillennials LGBT+.
En vísperas del 20 aniversario del estreno de Harry Potter y la piedra filosofal, hablar de la relación entre la comunidad LGBT+ y este universo literario y cinematográfico puede ser un terreno bastante pantanoso. La postura transfóbica y hasta pinkwashera de J. K. Rowling ocasionó que las y los potterheads marcaran distancia —o una ruptura tajante— con la saga y se limitaran a seguir los proyectos de Emma Watson (Hermione Granger), Rupert Grint (Ron Weasley) y Daniel Radcliffe (Harry).
Antes de clavarnos en el eterno debate de separar a la obra de las y los artistas, dejemos claro una cosa: la esperanza en un mundo diferente al muggle no es exclusiva de J. K. Rowling. Cuando se anunció la reunión por el 20 aniversario de Harry Potter, usuarias de redes sociales que se asumen como feministas transexcluyentes manifestaron su molestia.
En un principio se dijo que Rowling no estaría presente en la celebración. Más que problematizar el evidente rechazo hacia la comunidad trans por parte de una de las autoras más influyentes de la literatura fantástica, se denunció que la cancelación era una muestra de cómo el patriarcado trata a las mujeres en el ámbito de la cultura e industria.
Oportunidad desperdiciada
No lo voy a negar: el caso de la también guionista británica pudo haber sido una buena oportunidad para hablar sobre el despojo intelectual a la que nos enfrentamos mujeres y disidencias de género creadoras. Sin embargo, desde un principio la discusión partió de los discursos de odio.
Sumado al rechazo ‘fundamentado’ en esencialismos y ‘biologías’ parciales y violentas, los comentarios sobre la ausencia de Rowling se volcaron a reconocerla como la ‘única persona que merecería’ estar en el aniversario 20 de Harry Potter.
La defensa desmedida a la postura transfóbica de J. K. Rowling ocasionó que se llegara a desconocer el trabajo de otras mujeres. Las mismas chicas que abogaban por la visibilidad en el cine y la literatura tacharon a Emma Watson de oportunista. Bastante sexista para ser un ‘argumento’ en pro de las mujeres, ¿no lo creen?
Pero retomemos el punto al que quiero llegar en este texto: la construcción de un mundo en el que la magia es el principal motor no le pertenece únicamente a J. K. Rowling. Además de las y los profesionales detrás de las actuaciones y el equipo de producción, el éxito de la saga Harry Potter se debe a quienes su creadora se ha negado a escuchar (y respetar): las y los fans LGBT+.
La historia del «niño que sobrevivió» no solo se consolidó como uno de los mayores fenómenos editoriales del siglo XXI. También se le reconoció como uno de los ejemplos más ilustrativos de transmedialidad, tendencia audiovisual y estrategias cross-over. Por algo, en las carreras de comunicación de las universidades se sigue hablando del ‘efecto Harry Potter’.
Lo que no viene en los libros y en las películas, pero vive en los corazones potterheads LGBT+
Frente a un discurso violento por parte de J. K. Rowling, millennials y zillennials LGBT+ que salieron del clóset por refugiarse en Remus Lupin (David Thewlis), Nymphadora Tonks (Natalia Tena), Minerva McGonagall (Maggie Smith) y Severus Snape (Alan Rickman) recuerdan que son fieles a un universo que no replica la transfobia y xenofobia de la sociedad muggle.
Para muchos fans los momentos de quiebre fueron las muertes de sus personajes favoritos. Para la comunidad LGBT+ el episodio más triste fue desenmascarar a Rowling como falsa aliada. Quien tanto nos hizo enamorarnos de la bondad de los Gryffindor y Ravenclaw resultó ser un personaje que ni los propios Slytherin quieren en su casa: la señora TERFnebrosa.
No obstante, las y los fans LGBT+ han sabido escoger y pelear sus batallas. Cuando Rowling trató de aplicarles un pinkwashing descarado, escritores amateur demostraron que es posible contar con personajes sexodisidentes que resultan victoriosos. Para muestra, basta con leer los fanfics que han cautivado a millones de usuarios en sitios como Archive Of Our Own. CONOCE A LA POSIBLE PAREJA GAY QUE DESCUBRIERON FANS DE HARRY POTTER.
Con o sin el permiso de Rowling (o sus seguidores/as transfóbicos/as), la comunidad sigue dando vuelta al universo como le da la gana. Escribe sobre las experiencias LGBT+ de Luna Lovegood, Ginny Weasley y Sirius Black.
A la par del aniversario 20 de Harry Potter, artistas visuales y performers se apropian de lo que han aprendido de Hogwarts sobre la valentía. Hay quienes han aprovechado para honrar a sus personajes (especialmente a nuestra querida Bellatrix Lestrange) a través del drag. Otras personas han ilustrado al bestiario con los colores de la diversidad.
Nos negamos a pactar con un universo que violenta las identidades sexodisidentes
El ‘efecto Harry Potter’ no solo debemos pensarlo en términos financieros. El terreno simbólico es, quizá, la mayor de las conquistas. Y ahí es donde la comunidad LGBT+ ha plantado su bandera.
Es cierto, aun con todo esto hablar de la relación entre Harry Potter y las personas LGBT+ es un tema complicado. Sin embargo, pone en evidencia que la pose y postura política no son lo mismo. Más que decir «kill your idols!», atrevámonos al «question your idols!».
A 2 décadas de que las y los millennials y zillennials escuchamos wingardium leviosa y alohomora por primera vez, estamos de acuerdo en que la magia no es únicamente como la pinta J. K. Rowling. Muchos habríamos querido que, al imaginar el Callejón Diagon, el Caldero Chorreante y la plataforma 9 3/4, la autora estuviera de acuerdo con nosotres en el mundo que queremos: uno en donde la dignidad de las personas trans no sea un punto a debatir.
Por fortuna, lejos de la gran industria hay jóvenes y personas adultas que aprovechan la oportunidad que Rowling se negó a tomar. Los derechos de las personas trans son derechos humanos en este y en los mundos en los que existen thestrals, elfos domésticos, hipogrifos y aves fénix que ciegan a los basiliscos.
