Conoce a Mónica de la Torre, bailarina, vedette y empresaria veracruzana que lleva toda una vida triunfando en los escenarios.
La historia de la bailarina, vedette y empresaria, Mónica de la Torre Ahumada, es la de una mujer resiliente y muy valiente que, a pesar de los tropiezos, sigue dándolo todo en los escenarios.
En entrevista exclusiva para Homosensual, Mónica me cuenta de su vida y su carrera.
Inicios de su carrera: imitando a Laura León y Donna Summer
Los rayos del sol queman mi piel. La sensación térmica es de 35 grados aproximadamente. Bajo del auto y llego a la dirección pactada. Toco la puerta del departamento, pero nadie responde.
A los pocos minutos llega la sobrina de Mónica, una joven mujer, quien sonríe al verme y me invita a entrar. Paso a un sillón tipo Luis XV que hacía juego con una mesa y contrastaba con un televisor moderno al frente.
Mónica hace entrada con un vestido amarillo y una cabellera negra suelta. Me ofrece agua y le digo que sí para no interrumpir la entrevista más adelante.
Empiezo preguntándole si recuerda a qué edad comenzó a trabajar.
«Sí, claro. Fue a los 14 años. Y fue en lo que se conoce como Astilleros aquí en el puerto de Veracruz. Fui asistente de un secretario. Estaba en una oficina y, a la par en las noches, me iba a dar show en un restaurant bar llamado “El Cid”. Imitaba a Donna Summer, Laura León entre otras. Era menor de edad, pero tenía permiso de mi mamá. Por eso me dejaban».
Querían darle hormonas masculinas
Desde muy temprana edad, los papás de Mónica la llevaron con ‘profesionales’ de la salud por ser quien era.
«Siempre fui muy afeminada desde chiquita. Tenía como 10, 12 años, cuando mi familia me llevó con un psiquiatra. Les recomendó me inyectaron hormonas masculinas, pero mi mamá nunca quiso».
A raíz de eso, Mónica siguió trabajando y estudiaba tomando cursos de danzas folclóricas y contemporáneas en el puerto. A los 15 años empezó a tomar hormonas femeninas.
«Tomé muchas clases de danza contemporánea y folclórica en la Escuela Municipal de las Bellas Artes (EMBA) en Veracruz, aunque me hubiera gustado practicar ballet», recuerda.
Mónica de la Torre, siempre lista para el escenario
Nuestra entrevistada se considera «una mujer sin miedo, una mujer fuerte». Y, si algo le gusta, es diseñar su ropa y accesorios. Su primera aparición fue cuando ella tenía 21 años en una plataforma petrolera en Campeche, un escenario emblemático para ella.
Pero, si algo ha hecho Mónica, es visitar otros países y distintos estados de la República Mexicana debido a los múltiples espectáculos donde ha participado.
«Recuerdo Mexicali, Veracruz, Los Ángeles, USA, Canada, Puerto Rico, Centroamérica. Eso lo hice con unos papeles falsos en aquella época y tuve que esconder mi identidad de género como personas trans. Yo bailaba con mujeres cisgénero, tal vez por eso mis amistades más cercanas no sean mujeres trans, porque mi convivencia fue distinta».
Mónica tuvo que esconder su identidad y enfrentarse a la policía
Durante la charla, Mónica contó que tuvo que ocultar su identidad con sus romances o clientes. Esto, por supuesto, le trajo algunos problemas.
«Tuve un par de percances, pero debía seguir adelante. No quedaba de otra».
En cuanto a la policía, esta acosaba a Mónica y a sus compañeras. A veces las levantaban. Algo que sigue sucediendo en la actualidad.
«Yo daba mi espectáculo en El Cid en Veracruz (puerto) y, mínimo dos veces por mes, cerca de la terminal de autobuses, los policías hacían redadas. Nos detenían y nos llevaban solo por salir así como mujeres, hasta que la dueña del lugar, doña Jovita Mancilla, fue con la policía y dejaron de llevarnos».
Por fortuna, hubo una aliada que apoyó a la vedette Mónica de la Torre para que quienes se suponen que debían cuidarla dejaran de molestarla. CORREN A 18 POLICÍAS POR AGREDIR A MUJER TRANS EN VERACRUZ.
Según cuenta Mónica, doña Jovita «era una mujer de mucho carácter».
«Quienes trabajamos con ella nos formaron con demasiada disciplina. Todas las medias limpias, pelucas bien peinadas, gran vestuario. Tal vez por eso traemos esa escuela de las plumas en los vestuarios, bailarines y vestidos coloridos con lentejuela».
El rechazo de su padre
Cuando Mónica tenía «unos 17 años», ella y su padre cortaron comunicación. En una ocasión, ella salió en un periódico nombrado El Dictamen.
«Salía como una mujer trans y (mi papá) le dijo a mi mamá que cómo permitía que me sacaran así vestida “como maricón”.
Claro que a Mónica le hubiera gustado contar con su papá, «pero el destino así fue y ni modo».
«Él veía en mí alguien que heredara su taller de trabajo. Y como yo decidí desde temprana edad irme por lo artístico, creo él se desilusionó de mí».
Al hablar de su padre, su mirada se va al vacío y sus ojos se ven humedecidos. Sin duda, Mónica es una mujer muy fuerte. Trato de insistir en la relación con su papá porque casi siempre solo habla de su madre. Puede no decirlo, pero los fantasmas del pasado en ese instante llegaron. Su rostro fue la descripción perfecta para poder ver que aún hay mucho dolor ahí oculto.
El amor de su madre
Decidí seguir la entrevista preguntando por su madre y sus múltiples viajes por México y el extranjero. Hoy, Mónica tiene 49 años, pero ella comenzó en los espectáculos nocturnos a los 14. Este hecho la convierte ya en sobreviviente, pues Veracruz es un estado donde la vida de las mujeres transgénero y transexuales pareciera no importar. Sin embargo, ahora puedo comprender por qué es una sobreviviente.
Mónica se llevaba «muy bien con su mamá». «Ella es mi todo», recalca. Desde chica tenían «una relación muy buena».
«Siempre me apoyó y yo a ella. Hasta tuvimos en una ocasión una relación laboral por dos años. Me ayudó a manejar un centro nocturno que abrí en el puerto. Luego, cuando yo estaba fuera del estado, me marcaba y decía: “¿Qué haces?”. Ya estaba tomando el camión para irme a visitar. Veía mis espectáculos y al otro día salíamos a conocer el estado donde me presentaba».
La mamá de Mónica murió a los 67 años. Ya pasó un año de su fallecimiento. Pero en palabras de Mónica, «hay que seguir». Ahora son sus hermana, hermanos y sobrinas quienes la motivan.
El poder de la familia
En su familia, Mónica ha podido encontrar una fuente de amor y motivación. Una de sus hermanas tiene síndrome de Down. Se llama Carolina y «es muy cariñosa».
«Entre mi otra hermana, hermanos, tías y yo nos hacemos cargo de Caro. Ella y mis sobrinas son mi motivación ahora. Bueno, yo misma también trato de motivarme a seguir. Claro, es muy importante hacerlo por mí también».
Si Mónica tuviera la oportunidad de pedir tres deseos, serían que su madre estuviera con vida, salud para todos y estabilidad económica. También le gustaría que exista «una ley para que mujeres y hombres trans pudieran estudiar sin ser acosadas o acosados, y otorgarles becas para quienes no tengan los recursos para hacerlo».
En cuanto a las nuevas generaciones, ella les tiene el siguiente consejo:
«Que se quieran a sí mismos y a sí mismas; procurarse mucho para salir adelante».
Una luz en medio de tanta tempestad
La expectativa de vida de las mujeres trans es de 35 años de edad en la región latinoamericana. En muchas ocasiones y en diferentes foros hemos dicho eso. Sin embargo, lo que significa ser una mujer trans y llegar hasta donde ha llegado Mónica de la Torre Ahumada es una luz en medio de tanta tempestad. Esto porque, en el estado de Veracruz y nuestro país entero, sigue siendo un gran desafío enfrentar la vida siendo una mujer disidente sexual.
Sin duda alguna, el amor de la familia de Mónica ha influido en que ella haya llegado hasta aquí. La fortaleza y seguridad emocional que nos comparte familia, ya sea consanguínea o elegida, son fundamentales para la estabilidad emocional.