Muchos hombres —¡y también mujeres!— se preguntan si a las lesbianas les gusta la penetración. Aquí te resolvemos el misterio.
Muchas personas se preguntan si a las lesbianas les gusta la penetración. Y eso es como preguntar si a las lesbianas les gusta el chocolate o tomar el sol en la playa. O si a los hombres gays les gustan las cosquillas en la panza.
La realidad es que a algunas les gusta, a otras no. Antes de ser lesbianas, somos seres humanos. Y en este mundo lo que sobra es variedad en gustos y personalidades.
¿Por qué a algunas lesbianas les gusta la penetración y a otras no?
Cada mujer lesbiana, heterosexual, bisexual, pansexual, polisexual o loqueseasexual vive su sexualidad tratando de satisfacer sus necesidades y preferencias. Y tod@s queremos hablar con la Virgen al momento de sacarle brillo a nuestro tesorito.
Esto significa que para algunas la penetración es su razón de existir. El motivo por el cual se levantan todos los días para ir a un trabajo que les permita pagar la renta en donde sea que vivan con tal de tener el espacio y el momento en el que puedan llegar a la cúspide del placer que les implica ser penetradas.
Algunas lo disfrutan, pero pueden vivir sin ello. Otras, antes de la penetración, prefieren ir al súper en domingo a las doce del día en pleno Julio Regalado. Y otras elegirían estar hincadas en medio del desierto de Sonora durante tres días sin agua ni bloqueador solar antes de recibir un cuerpo u objeto ajeno dentro del propio.
Esto, mis queridxs lectorxs rompe con dos mitos…
El primero: «Todas las mujeres por el simple hecho de tener vagina, disfrutan la penetración». No es verdad. Muchas la pasan fenomenal tocando solo el timbre sin entrar hasta la cocina.
Y el segundo: «Todas las lesbianas usan juguetes sexuales». No todas tienen. No a todas les interesa tenerlos. Los dildos, vibradores y demás no son un mandatorio en una relación lésbica. Son un accesorio que se utiliza a veces, a veces no.
Cada mujer es como una misteriosa cultura en algún recóndito lugar del universo. Tiene diferente clima, historia, gastronomía, idioma, costumbres, deseos, rasgos e ideas.
Así que antes de asumir lo que sea cuando se trate de la pepa de alguna damisela, pregúntenle si lo que van a hacerle la hace sentirse cómoda. Ya sea meter los dedos, desenfundar el dildo rosa que parece teléfono del futuro o abstenerse de profundizar en las cavernas.
Y recuerden siempre, amiguis, que mientras mejor nos comuniquemos, mejor que cogemos.